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Pregunta: ¿Hasta qué punto deben interesarse los cristianos en el mundo espiritual?

Respuesta:
La respuesta sencilla a esta pregunta es “deberíamos estar muy interesados”. El ser humano está compuesto de cuerpo, alma y espíritu (1 Tesalonicenses 5:23; 3 Juan 1:2; Salmo 16:9). Sin embargo, los seres humanos tienden a depender del cuerpo para recibir información y del alma para tomar decisiones, mientras ignoran el espíritu. Esto es lamentable. El espíritu humano sin Dios es como un globo desinflado. Cuando un pecador se arrepiente y se vuelve a Jesús para salvación, Dios envía a su Espíritu Santo para que more en el espíritu de ese creyente (Lucas 24:49; Juan 14:26; 1 Corintios 6:19). El Espíritu Santo insufla vida en ese espíritu humano desinflado, y nace una nueva criatura (2 Corintios 5:17). Cuanto más espacio le da una persona al Espíritu Santo, más poder experimenta al vivir para Dios.

Dios es espíritu (Juan 4:24). Si queremos conocer a Dios, debemos experimentarlo espiritualmente. Aunque Dios obra de maneras tangibles y físicas a través de su creación (Salmo 8:3; 107:24), llegamos a conocerlo personalmente a través de la unión de nuestro espíritu con el suyo (Romanos 8:16). Cuando permitimos que el Espíritu Santo actúe libremente en nuestras vidas, aprendemos a vivir por el Espíritu, en lugar de por la emoción, el impulso o la indulgencia carnal (Gálatas 5:16, 25; Romanos 8:14). Aprendemos a discernir la voz de Dios como algo distinto de nuestros propios pensamientos (Juan 10:27). Todo esto ocurre dentro del espíritu, invisible a los demás sentidos, pero es tan real como el tacto, el gusto o el olfato.

Sin embargo, el término espiritual no necesariamente significa “piadoso”. Satanás también es un espíritu y realiza su obra maligna atacando nuestra mente (Santiago 3:14-15), nuestro cuerpo (Lucas 9:42; 2 Corintios 12:7) y nuestro espíritu (Mateo 16:23; 2 Corintios 10:3-5). Algunos se han adentrado en una exploración del mundo espiritual para su propia destrucción. Los siete hijos de Esceva son un buen ejemplo de ello. Ellos asumieron un conocimiento del reino espiritual y una autoridad que no poseían. Aprendieron por las malas que la guerra espiritual no debe tomarse a la ligera; sólo pueden luchar con éxito aquellos que están en Cristo y equipados para la batalla (Hechos 19:13-16). Además, muchas personas se consideran "espirituales" mientras pasan por alto por completo al verdadero Dios que es el Rey del mundo espiritual (Marcos 3:11). Estas personas son engañadas por el “dios de este siglo, que ha cegado el entendimiento de los incrédulos” (2 Corintios 4:4).

La Biblia es clara en que el mundo espiritual es tan real como el universo físico (Efesios 6:12). Hay una batalla invisible que se desarrolla a nuestro alrededor a cada momento entre los santos ángeles de Dios y las fuerzas de las tinieblas (Daniel 10:12-14; Efesios 6:10-17; Judas 1:9). Si estamos atentos como el Señor ordena, no seremos tomados desprevenidos por los ataques de Satanás (1 Pedro 5:8; 2 Corintios 2:11). Y tenemos la promesa de Dios de que Su Espíritu Santo es más fuerte que cualquiera de las artimañas de Satanás (1 Juan 4:4). Dios ha dado a Sus hijos todo lo que necesitamos para permanecer firmes contra cualquier ataque espiritual de nuestro enemigo. El apóstol Pablo llama a esto la “armadura de Dios” (Efesios 6:11).

El mundo espiritual es muy real, pero un enfoque desequilibrado en los poderes demoníacos no es saludable y no glorifica a Dios. El Espíritu Santo es el único Espíritu que debemos invitar a nuestras vidas, y Él tiene todo el poder que necesitamos para vencer cualquier cosa que Satanás pueda usar para tratar de derrotarnos (Isaías 54:17).ron para salvar a todos los que creerían y demostrar con las terribles heridas de Jesús tanto la gravedad de nuestro pecado como la profundidad de Su amor.

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