Pregunta: ¿Cuáles son las diferencias entre las culturas de la culpa y la inocencia y las culturas de la vergüenza y el honor?
Respuesta:
Comprender la diferencia entre las culturas de la culpa/inocencia y de la vergüenza/honor es importante por dos razones. En primer lugar, la Biblia se escribió en el contexto de las culturas de la vergüenza y el honor. Los que viven en culturas de culpa/inocencia se pierden mucho sobre la misericordia y la gracia de Dios cuando no tienen esto en cuenta. En segundo lugar, estas son las dos principales culturas actuales. El énfasis en la culpabilidad frente a la inocencia es el punto de vista predominante en Europa y Norteamérica; la vergüenza y el honor se valoran mucho en Latinoamérica, Oriente Medio y Asia. Comprender estos rasgos distintivos es imprescindible para entendernos y comprender cómo responderán los distintos pueblos al Evangelio.
Comportamiento incorrecto
La culpa o inocencia es una condición individualista. Describe a las personas en función de lo que han hecho. La condición de culpable o inocente se basa en un conjunto de leyes o normas que definen el comportamiento aceptable. Las personas son culpables si infringen una de esas normas e inocentes si no lo hacen. Tienen libertad para elegir por sí mismas, y su condición les afecta a ellas mismas. Si son culpables, necesitan justificar el acto, disculparse por él, resarcirse y/o ser castigadas. La restauración se produce cuando se les perdona su pecado o delito. Un ejemplo bíblico de perdón por un pecado flagrante es cuando José perdonó a sus hermanos por venderle como esclavo (Génesis 45).
La vergüenza o el honor solo se pueden dar en el contexto de una relación. Identifica lo que las personas son, no lo que han hecho. O bien aportan honor a la sociedad, familia, clan o corporación, o bien aportan vergüenza. Su grupo influye mucho en su comportamiento, y su comportamiento se refleja en su grupo. La vergüenza no se puede perdonar; hay que eliminarla u ocultarla. Cuando Adán y Eva se cubrieron con hojas de higuera y se escondieron de Dios, intentaban ocultar su vergüenza (Génesis 3:7-10).
Estilos de comunicación
Las culturas que valoran la culpa y la inocencia tienden a ser más directas, incluso ásperas. La gente habla claramente de los problemas, asigna culpas, busca soluciones y no condena a los demás que se disculpan y corrigen su error. La comunicación en las culturas culpables/inocentes tiende a ser de bajo contexto: la información necesaria se da con palabras, no con subtexto, comunicación no verbal o información de fondo mutuamente comprendida. Esa forma de hablar a alguien de una cultura de vergüenza/honor puede ser increíblemente ofensiva. Pablo era muy bueno en la comunicación directa.
Las personas de las culturas de la vergüenza y el honor son comunicadores de alto contexto. En una de estas culturas, el anfitrión ofrece comida y bebida sin preguntar para demostrar que el invitado es bienvenido. En otra, el anfitrión pregunta tres veces y el invitado rechaza dos antes de aceptar para asegurarse de que al anfitrión le sobra comida. Es vergonzoso decir "no" rotundamente, a menos que la negativa la dé un superior a un subordinado. En vez de eso, se utilizan respuestas matizadas -o incluso mentiras descaradas-, pero se entiende que significan "no" debido al contexto cultural. Corregir un comportamiento erróneo o un malentendido requiere un proceso delicado, a menos que el propósito sea destruir por completo al infractor. Las personas de las culturas de la culpa y la inocencia encuentran este estilo de comunicación confuso y pasivo-agresivo. Sin embargo, esa no es la intención. Un ejemplo bíblico de comunicación culturalmente distintiva y de alto contexto es la negociación de Abraham con Efrón el hitita sobre el precio del lugar de enterramiento de Sara (Génesis 23:1-16).
Expiación
Las personas de las culturas de la culpa y la inocencia comprenden perfectamente la teoría penal de la expiación. Nuestro pecado es un crimen contra la justicia de Dios. Es necesario soportar Su justa ira contra el pecado. Mientras Jesús colgaba de la cruz, cargó con la culpa de nuestro pecado y asumió el castigo que merecemos como nuestro sustituto. Estamos justificados por Su sangre (Romanos 5:9), y Su justicia nos cubre (Romanos 3:22).
Las culturas de la vergüenza y el honor comprenden mejor la teoría de la satisfacción de la expiación. Hemos deshonrado a Dios al no obedecerle plenamente. No podemos compensar la deuda de honor. Cuando Jesús murió en la cruz, hombre perfectamente obediente y Dios plenamente honorable, acumuló méritos que otorga a Sus seguidores. Al aceptar Su mérito, se satisface el honor de Dios y se restablece nuestra relación con Él.
Conclusión
Ninguna cultura se basa totalmente en la culpa/inocencia o en la vergüenza/honor. En Oriente, la vergüenza está causada por pecados específicos; las culturas occidentales se están volviendo buenas en "castigar" a las personas por actos considerados vergonzosos. Ambas culturas necesitan comprender que nuestra culpa y vergüenza son más atroces cuando se dirigen a Dios. Nuestros actos de pecado contra otras personas son, en última instancia, pecados contra Dios (ver el Salmo 51:4). La vergüenza que podamos causar a nuestro grupo significa poco en comparación con la deshonra que infligimos al Dios del universo, que merece todo el honor.
Desde el momento del primer pecado, el plan de Dios ha sido ocuparse tanto de la culpa como de la vergüenza. Prometió a Eva que su descendiente aplastaría la cabeza de la serpiente (Génesis 1:15) y luego cubrió su vergüenza y la de Adán con vestidos de piel (Génesis 21:21). La Ley Mosaica da soluciones tanto para los pecados individuales como para la vergonzosa condición de ser "impuro". Cuando el hijo pródigo regresó, confesó su pecado contra su padre (Lucas 15:21), y su padre cubrió su vergüenza con la mejor túnica (Lucas 15:22). Jesús llevó nuestros pecados en la cruz, así como nuestra vergüenza (1 Pedro 2:24; Hebreos 12:2).