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Pregunta: ¿Qué significa que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29)?

Respuesta:
Hechos 5:29 relata la respuesta que dieron Pedro y los otros apóstoles cuando el Sanedrín les ordenó dejar de predicar. Las palabras de los apóstoles fueron directas y llenas de confianza: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres". Esta postura firme definió el ministerio de los apóstoles y los primeros cristianos, que se mantuvieron firmes ante la dura persecución.

Hechos 5 presenta un contraste entre el mandato directo dado por Dios a través de un ángel (versículos 19–20) y las órdenes del Sanedrín (versículo 28). En el capítulo anterior, los apóstoles tuvieron un enfrentamiento inicial con el Sanedrín que resultó en la severa prohibición de predicar (Hechos 4:16–18). Esto fue después de que Pedro sanara al mendigo cojo (Hechos 3:1–10). En respuesta, Pedro y Juan plantean una cuestión similar: "Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios" (Hechos 4:19).

Después del incidente con Ananías y Safira (Hechos 5:1–11), la fama de los apóstoles creció (versículos 12–16). El sumo sacerdote y el Sanedrín estaban celosos de los apóstoles, y los encarcelaron. Sin embargo, un ángel ayudó a los apóstoles a escapar de la cárcel y les ordenó que siguieran predicando(Hechos 5:20). El Sanedrín los confrontó una vez más, lo que llevó a la declaración de los apóstoles: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres".

En general, los cristianos están llamados a obedecer a las autoridades humanas (Romanos 13:1–2; 1 Pedro 2:13–14; Tito 3:1; Hebreos 13:17). Los apóstoles incluso instruyen a sus lectores a orar por los que están en el poder (1 Timoteo 2:1–2; Romanos 13:6–7). Debido a la intensa persecución a la que se enfrentaban los cristianos del primer siglo, esta directriz representó un desafío y un ejemplo de amar a los enemigos (Mateo 5:43–44). Debemos esforzarnos por evitar quebrantar las leyes o participar en rebeliones egoístas, sino buscar la paz con todos los hombres (Hebreos 12:14; Romanos 12:18; Mateo 5:9; Santiago 3:18).

Sin embargo, hay casos en los que la ley humana contradice los claros mandamientos de Dios en las Escrituras. A veces nos enfrentamos a la presión de apoyar lo que la Biblia condena. Los temas de género y sexualidad, por ejemplo, se han convertido en puntos de presión para los cristianos. La visión del mundo sobre estos temas se ha opuesto a la de la Biblia desde el advenimiento de la revolución sexual. Los debates actuales sobre si los niños pueden "elegir" su sexo ejemplifican la bancarrota moral de la sociedad moderna. Los contrastes entre el mundo y la Biblia también son evidentes en áreas como el matrimonio, el divorcio, el materialismo y el aborto. ¿Vamos a obedecer a Dios en estos asuntos, o vamos a obedecer a los hombres?

A través del apóstol Juan, Dios dejó en claro: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Juan 2:15–17). Lamentablemente, muchos de los que dicen ser cristianos aceptan e incluso defienden acciones pecaminosas.

El llamado a obedecer a Dios antes que a los hombres sigue siendo una obligación urgente hoy, al igual que cuando los apóstoles lo proclamaron por primera vez. Cuando nos enfrentamos a la decisión de obedecer a las autoridades humanas o a Dios, no debemos dudar. Dios es nuestra Autoridad Suprema y nuestros valores deben alinearse con Su Palabra revelada.

Las palabras de Jesús en Mateo 10:28 sirven de recordatorio que Dios está al mando: "Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno".

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