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Pregunta: ¿Qué es la ética deontológica / deontología?

Respuesta:
La deontología o ética deontológica es el estudio del deber moral y es una de las principales categorías de la ética normativa. Enseña que el comportamiento ético comienza con un deber establecido y definido. Así pues, un acto es ético si se adhiere al deber. Sin embargo, se ha debatido quién dicta el deber y si el comportamiento ético se basa estrictamente en el cumplimiento de las normas o si la voluntad del agente que actúa desempeña algún papel.

El absolutismo moral es único en la ética secular en el sentido de que es la única escuela de pensamiento que sitúa la norma de la moralidad fuera del juicio del agente actuante. Además, la norma no depende de la situación ni del resultado de la acción. El absolutismo moral se basa en una de tres posibles autoridades:

La ley natural - La teoría de la ley natural es la filosofía según la cual todo en la naturaleza está sujeto a una forma particular de actuar que le permitirá realizar mejor esa naturaleza. La ley, tal como se aplica a la humanidad, se basa en la naturaleza humana y puede determinarse considerando cuidadosamente esa naturaleza universal de la humanidad que es independiente de la cultura y de la época. Irónicamente, aunque la ley natural se deriva supuestamente de la universalidad de la naturaleza humana, los filósofos no se ponen de acuerdo sobre cuáles deben ser los puntos clave de la ley natural. Suelen incluir la vida, la procreación y algún tipo de realización personal.

Acuerdos contractuales - Dos de las normas más básicas de la sociedad son que los individuos no se harán daño entre sí y que no mentirán. El contractualismo es la creencia de que un contrato o promesa otorga automáticamente peso moral a las acciones necesarias para cumplir dicho contrato. El "contrato" puede ser una lista de obligaciones acordadas voluntariamente o las responsabilidades asumidas por un ciudadano en una sociedad.

Mandato divino - La teoría del mandato divino afirma que la moralidad de una acción se basa en su adherencia al mandato de Dios. Un acto solo puede ser ético si obedece a la ley de Dios, y la Palabra de Dios prevalece sobre cualquier otra ley, costumbre o inclinación.

El deber kantiano fue desarrollado por Immanuel Kant, que no consideraba que cumplir un deber fuera norma suficiente para la moralidad. Kant creía que un acto moral debe realizarse deliberadamente y con la intención específica de cumplir ese deber. Dejar caer accidentalmente un bocadillo delante de un mendigo o donar dinero como deducción fiscal no son actos éticos: el primero porque no fue intencionado, el segundo porque no se hizo con motivos altruistas.

Los filósofos también han añadido calificativos a la deontología. La deontología contemporánea enseña que, aunque un acto se realice por deber, no puede ser ético si causa daño a otro, a menos que ese daño produzca un bien mayor. El Principio de No Agresión es similar e insiste en que la violencia solo está permitida en defensa propia.

Lo que hace bien la ética deontológica es que quita la norma de moralidad de las manos de la humanidad y la deposita en algo con autoridad absoluta. Por desgracia, los deontólogos discuten después sobre la fuente de esa autoridad. La Biblia es clara: Dios nos creó con el propósito de tener comunión con Él (Juan 15:14-15). Para ello, nos ha dado normas que nos llevarán a cumplir nuestro propósito. "Moral" y "ética" son palabras humanas para referirse a la rectitud piadosa que refleja el carácter de Dios, al tiempo que reconoce Su soberanía y Su gloria. Las categorías de la deontología son solo pinceladas de la norma de Dios.

Bíblicamente, todo el concepto de obediencia por deber está un poco desviado. La Biblia no da el deber como motivación del comportamiento correcto. Éxodo 20:6; Deuteronomio 5:10; Josué 22:5; Juan 14:15; 2 Juan 1:6 y otros once versículos asocian el amor a Dios con la obediencia. La rectitud, pues, no tiene que ver con el deber o la obligación; es una expresión de nuestro amor a Dios.

Aun así, existen similitudes entre la enseñanza bíblica y la ética deontológica. La teoría de la ley natural permite que Dios ponga Su ley en nuestros corazones. Romanos 2:14-15 dice: "Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos..." Sin embargo, cinco capítulos más adelante, Pablo afirma que la naturaleza humana por sí sola no puede llevarnos a obedecer la regla de Dios: "Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros" (Romanos 7:22-23, NBLA). Confiar en la conciencia o en el instinto solo puede llevarnos hasta cierto punto a la hora de determinar lo que es bueno. La ley natural es insuficiente. Debemos acudir directamente a Dios y a Su Palabra para tener una visión completa (Salmo 25:4).

La Biblia también contiene matices de contractualismo. Números 30:2 dice: "Si un hombre hace un voto al Señor, o hace un juramento para imponerse una obligación, no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga de su boca" (NBLA). Y Romanos 13:1-7 nos amonesta a obedecer a las autoridades civiles, señalando que las autoridades están ahí para asegurarse de que la sociedad actúe éticamente. Así pues, los cristianos están obligados a ser buenos ciudadanos. La Biblia también condena los juramentos insensatos. Levítico 5:4 dice que una persona que hace un juramento sin pensar en las consecuencias sigue siendo responsable del resultado. En cambio, Jesús sugiere que tengamos un carácter tan bueno que no necesitemos hacer juramentos (Mateo 5:33-37).

La Biblia apoya definitivamente la idea de la teoría del mandato divino. El Logos—la Palabra lógica—creó el mundo; Juan 1:3 dice: "Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho". Este mismo Creador nos ha revelado Su ley: "Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?" (Miqueas 6:8, NBLA). Tenemos la promesa de la sabiduría (Santiago 1:5) y la Escritura, que "es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16).

La Biblia también apoya la inclusión por Kant del motivo como parte de la norma moral. Marcos 12:41-44 narra la historia de la viuda que dio sus últimas monedas al tesoro del templo. Jesús la alabó por el espíritu de su sacrificio. Deuteronomio 30:2 anima a los seguidores de Dios a "[volver] al Señor tu Dios, tú y tus hijos, y le obedezcas con todo tu corazón y con toda tu alma conforme a todo lo que yo te ordeno hoy" (NBLA). Para "volver" y ofrecer una obediencia sincera se requiere un acto deliberado de la voluntad. Sin embargo, esto no significa que todo acto moral deba ser intencionado. Lucas 6:43-45 sugiere que los actos éticos surgen del comportamiento natural de una persona virtuosa. Es poco probable que una persona así sea consciente de cada una de las leyes de Dios que obedece a lo largo de un día.

La deontología es una de las diversas teorías de la ética que intentan reducir la definición de un acto ético a términos seculares y humanistas. Esto no funciona porque lo "bueno" y lo "correcto" y el valor moral no pueden proceder de la inconstante y caída humanidad sin absorber las cualidades de inconstancia y caída. Afortunadamente, no tenemos que depender de nosotros mismos; Dios nos ha dicho lo que es bueno, y la justicia de Cristo es la norma de toda moralidad.

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