Respuesta:
El relato bíblico de Noé comienza en Génesis 6. Habían pasado aproximadamente 1,600 años desde la creación de Adán y Eva (Génesis 1:26–27). A medida que la población de la tierra crecía en número, también lo hacía en maldad. El justo sacrificio de Abel (Génesis 4:4) quedó en el olvido cuando "El Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal" (Génesis 6:5 − NBLA). Los versículos 11 y 12 dicen: "Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra". Sin embargo, "Noé halló gracia ante los ojos del Señor" (versículo 8 − NBLA).
Cuando Jesús describió los acontecimientos que rodearán Su segunda venida, dijo: "Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos" (Lucas 17:26–27). Jesús estaba señalando que, aunque las personas en los días de Noé eran completamente depravadas, no les preocupaba lo más mínimo. Seguían adelante con sus vidas sin pensar en el juicio de Dios. Noé es descrito como un "pregonero de justicia" (2 Pedro 2:5), lo que significa que había pasado años advirtiendo a sus amigos y vecinos lo que el Santo Dios estaba a punto de hacer. Nadie escuchó.
La depravación y los estilos de vida impíos de todo el mundo en ese momento fueron suficientes para hacer que el Señor se arrepintiera de "haber hecho hombre en la tierra" (Génesis 6:6). Muchos eruditos creen que parte de la necesidad de destruir a todos los seres humanos, excepto a Noé y su familia, fue el pecado mencionado en Génesis 6:1–4, cuando "había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos". A medida que la maldad se reproducía y se apoderaba del mundo, el acto más misericordioso que Dios podía realizar era comenzar de nuevo.
Es interesante que Dios permitió que Noé tardara casi cien años en completar la construcción del arca. Durante todo ese tiempo, Dios esperó pacientemente (1 Pedro 3:20). Las Escrituras parecen dar a entender que Noé predicó a la gente de aquella época sobre lo que se acercaba (Hebreos 11:7). No le creyeron y se contentaron con su maldad e idolatría. Tenían el corazón duro y los oídos sordos. Nadie se arrepintió y nadie se preocupó por buscar a Dios.
Jesús dijo que el mundo será muy parecido antes de que Él regrese para establecer Su reino terrenal (Mateo 25:31–33). Nos advirtió, "estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis". Segunda de Timoteo 3:1–4 nos da una imagen clara del estado del mundo antes de que Jesús venga, y probablemente también describe el mundo en los días de Noé. Ese versículo dice: "También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios". Cada vez es más evidente que, para entender cómo era el mundo en los días de Noé, solo tenemos que ver las noticias del día.