Pregunta: ¿Qué significa que el mayor de ellos es el amor?
Respuesta:
Primera Carta a los Corintios 13:13 dice: "Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor". Esto viene justo después de la elocuente y famosa descripción que hace Pablo de lo que es el verdadero amor—el amor ágape—. Se puede decir que el amor es lo más grande de varias maneras.
Primera de Corintios 13:13 enumera el amor, junto con la fe y la esperanza, como un don que dura para siempre. La naturaleza duradera de la fe, la esperanza y el amor los hace mayores que todos los demás dones del Espíritu, que son temporales; los dones de profecía, lenguas y conocimiento se mencionan en 1 Corintios 13:8 como dones que llegan a su fin. De los tres "dones eternos", el amor es el mayor.
El amor es mayor que la fe y la esperanza, porque tanto la fe como la esperanza dependen del amor para existir. Sin amor, no puede haber verdadera fe; una fe sin amor no es más que un ejercicio religioso vacío. Como dice Pablo: "si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy" (1 Corintios 13:2). Sin amor, no puede haber esperanza auténtica; una esperanza sin amor es una contradicción, porque no podemos esperar de verdad algo que no amamos. La fe y la esperanza son cosas muertas y estériles si no van acompañadas de amor.
Una de las razones por las que el amor es el mayor don es que es esencial a la naturaleza de Dios. Primera de Juan 4:8 nos dice que Dios es amor. El libro de Juan y las tres cartas de Juan están repletos del tema del amor. Dios nos da Su amor, y nosotros le reflejamos ese amor: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (1 Juan 4:19). Jesús dijo: "Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. . . . No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Esto os mando: Que os améis unos a otros" (Juan 15:9-17). Aquí vemos que el amor es algo que siempre ha existido entre las personas de la Trinidad. El amor no tiene principio ni fin. Y este es el amor al que se nos invita. Jesús deseaba que los futuros creyentes también formaran parte de Su amor: "Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos" (Juan 17:26).
Jesús enseñó que los dos mandamientos más importantes incluyen el amor, el más grande de los dones: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas" (Mateo 22:37-40).
Juan Calvino expone una razón muy sencilla por la que el amor es el mayor don: "Porque la fe y la esperanza son nuestras: el amor se difunde entre los demás". En otras palabras, la fe y la esperanza benefician a quien las posee, pero el amor siempre beneficia a otro. En Juan 13:34-35 Jesús dice: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". El amor siempre requiere un "otro" como objeto; el amor no puede permanecer en sí mismo, y eso es parte de lo que hace del amor el más grande de los dones.
El amor es esencial en el carácter de Dios y central en la vida cristiana. La ley de Cristo es amar a Dios y amar a los demás. El amor infunde todo lo que Dios hace y debería infundir todo lo que nosotros hacemos. "El amor nunca deja de ser" (1 Corintios 13:8), y nunca cesará. Por eso, el amor es más grande que la esperanza y la fe.