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Una epifanía es, en términos generales, una revelación. Más allá de eso, hay tres definiciones diferentes para la palabra epifanía. Capitalizada, la palabra Epifanía se refiere a una fiesta cristiana, observada principalmente en las iglesias orientales (los Balcanes, Europa del Este, Asia Menor, Oriente Medio y el noreste de África). Se celebra el 6 de enero y conmemora la visita de los Magos al Niño Jesús y la revelación de Dios Hijo como un ser humano.
Una segunda definición de epifanía es "una aparición o manifestación, especialmente de un ser divino". Las teofanías y cristofanías son tipos de epifanías. Una teofanía es una manifestación de Dios en la Biblia que es tangible para los sentidos humanos. En su sentido más restrictivo, es una aparición visible de Dios en el período del Antiguo Testamento, a menudo, pero no siempre, en forma humana. Algunos comentaristas de la Biblia creen que, cuando alguien recibía una visita del "ángel del Señor", esto era, de hecho, el Cristo pre-encarnado. Estas apariciones se pueden ver en Génesis 16:7–14; Génesis 22:11–18; Jueces 5:23; 2 Reyes 19:35; y otros pasajes. Si bien no hay cristofanías indiscutibles en el Antiguo Testamento, cada teofanía en la que Dios adopta forma humana prefigura la Encarnación, cuando Dios tomó la forma de un hombre para vivir entre nosotros como Emmanuel, "Dios con nosotros" (Mateo 1:23).
Una tercera definición de epifanía es "una manifestación o percepción generalmente repentina de la naturaleza esencial o significado de algo, o un conocimiento intuitivo de la realidad a través de algo (como un evento) generalmente simple e impactante". También se define como "un descubrimiento iluminador, una realización, una revelación o una escena o momento revelador". Para el cristiano, la última epifanía es la realización de nuestra necesidad de Cristo como Salvador y Señor. Muchas personas llegan a Cristo como resultado de un evento traumático como un accidente o una enfermedad grave. Tienen una epifanía sobre la fragilidad de la vida y la realidad de la eternidad. Otros tienen una epifanía tranquila en la que el Espíritu habla en una voz pequeña, aún los atrae al Salvador. Sin embargo, ocurra como ocurra, todos los cristianos tienen algún tipo de epifanía sobre la realidad de Dios, el pecado, el cielo, el infierno, la eternidad y la obra de Cristo en la cruz en nuestro nombre. Respondemos a la epifanía arrepintiéndonos del pecado y aceptando a Cristo como Salvador.
