Pregunta: ¿Qué significa que es imposible que Dios mienta (Hebreos 6:18)?
Respuesta:
Hebreos 6:18 se apoya en los versículos anteriores al afirmar: "Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros" (NTV). El contexto más amplio de esta discusión gira en torno a las promesas de Dios, ejemplificadas a través de Abraham. El versículo 13 subraya como Dios solidificó su promesa a Abraham al jurar con Su nombre, y lo hizo para "dejar bien clara la naturaleza inmutable de Su propósito". Podemos confiar en Sus promesas debido a Su firmeza. Es imposible que Dios mienta.
La veracidad de Dios está ligada a Su santidad, un rasgo que caracteriza Su absoluta perfección moral. Su santidad también encarna la integridad, definida como "adhesión inquebrantable a los principios morales". Sin embargo, Dios no se ajusta a ninguna norma moral; Él es la norma suprema. Debido a la bondad absoluta de Dios y a Su completa separación de toda forma de maldad (incluida la mentira), sabemos que Su Palabra es veraz (ver Juan 17:17).
Toda la carta a los Hebreos tiene por objeto amonestar, desafiar y levantar a los creyentes perseguidos, en particular a los judíos conversos que podrían haberse sentido tentados a apostatar. Hebreos 6:18 sirve como fuente de aliento, ya que son la veracidad inquebrantable y la inmutabilidad de Dios las que ofrecen esperanza. Esa esperanza se llama "ancla firme y confiable para el alma" (versículo 19, NTV). Si Dios nos engañara sobre Sus acciones a través de Jesús, no tendríamos esperanza, ni ancla. Por eso, nuestra confianza en Dios descansa en Su naturaleza inmutable.
La fe es tan válida como su objeto. Como subrayó Timothy Keller: "No es la fuerza de tu fe, sino el objeto de tu fe lo que realmente te salva. La fe fuerte en una rama débil es terriblemente inferior a la fe débil en una rama fuerte" (La razón de Dios − Traducción propia). Podemos tener fe en Dios porque es imposible que Él mienta.
Consideremos dos aviones, uno en buenas condiciones mecánicas y otro con un motor defectuoso. Una persona llegará a su destino en el avión fiable, independientemente del grado de fe que tenga. Incluso una fe débil en el avión fiable es suficiente para llegar a salvo a su destino. A la inversa, ni siquiera una fe fuerte en la nave defectuosa compensará el estado averiado del avión. No es la fe la que nos lleva a nuestro destino, sino el vehículo en el que nos encontramos. Lo mismo ocurre con nuestra salvación. No es la fuerza de nuestra fe la que nos salva, sino la fuerza de nuestro Salvador. Él es la Verdad (Juan 14:6), y es imposible que mienta.
Otros pasajes afirman la inmutabilidad y veracidad de Dios. Un ejemplo es Números 23:19: "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?". El apóstol Santiago también afirma que en Dios "no hay mudanza, ni sombra de variación" (Santiago 1:17).
Como es imposible que Dios mienta, podemos confiar en el mensaje del Evangelio. Sabemos que, cuando Dios nos declara perdonados y justos, se puede confiar en Él. Somos bienvenidos a Su reino y reconciliados con Él porque Su palabra es absoluta. Esta confianza impregna nuestro estilo de vida, motivándonos a vivir para Dios. También produce esperanza en nosotros y resistencia ante la adversidad. En momentos de duda, es un ejercicio valioso reflexionar sobre los atributos inmutables de Dios, tal y como se revelan en las Escrituras.