Respuesta:
La palabra familiar proviene del latín familiaris, que significa un "sirviente doméstico” y pretende expresar la idea de que los hechiceros tenían espíritus como sus sirvientes listos a obedecer sus mandamientos. Quienes intentan hacer contacto con los muertos, incluso hasta el día de hoy, suelen tener algún tipo de guía espiritual que se comunica con ellos. Estos son los espíritus familiares.
Levítico 19:31; 20:6, 27 y Deuteronomio 18:9-14 se refieren a "adivinos y espíritus familiares" y prohíben participar con ellos, ya que son una abominación al Señor. Un médium es aquel que actúa como un enlace para supuestamente contactar o comunicarse con los muertos en nombre de los vivos. En realidad, los médiums están en contacto con demonios que convencen a los médiums que son "familiares" y en los que se puede confiar y creer. Las prácticas asociadas con los médiums y espíritus familiares fueron prohibidas en Israel, y el castigo para la práctica de este tipo de cosas era la muerte.
Los espíritus familiares y guías espirituales están bajo el control de su maestro, Satanás. Ellos influyen en las personas para que difundan mentiras y engaños para frustrar el reino de Dios. El abrirse conscientemente al trabajo de los demonios es una cosa mala: “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas…"(Deuteronomio 18:10-12a).
Algunas de las formas a través de las cuales los demonios o "espíritus familiares" pueden entrar en la vida de una persona son la adivinación, la meditación trascendental, visualización, nigromancia, brujería, drogas y alcohol. Todas éstas son actividades que los creyentes son exhortados a evitar. Por el contrario, debemos estar llenos del Espíritu Santo, con amor, con alegría, y con la plenitud de la vida que viene de Jesucristo. Además, debemos ser vigilantes, porque "no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12).