Respuesta:
El evangelio de los piltrafas es un concepto popularizado por el exitoso e influyente libro del mismo nombre, publicado originalmente en 1990. El autor Brennan Manning, un ex-sacerdote católico, escribió el libro "para los desaliñados, golpeados y agotados" (página 14), no para los "superspirituales" (página 13). El Evangelio de los Piltrafas resultó popular con varios compositores y músicos cristianos, incluyendo a Michael W. Smith y Rich Mullins, quienes formaron la Banda de los Piltrafas en 1993.
Los libros de Manning, incluyendo El Evangelio de los Piltrafas, enfatizan la gracia de Jesús en el ministerio a los "piltrafas", la gente desaliñada y desreputada de su época: los enfermos, los recaudadores de impuestos y pecadores, la mujer sorprendida en adulterio. Jesús a menudo servía a estos "piltrafas", mientras que los líderes religiosos de su día se oponían a Él y se negaban a ensuciarse las manos con los problemas de la sociedad.
Este artículo no es una reseña del libro de Manning, ni una crítica de su enfoque ecuménico y místico de la espiritualidad, sino una discusión sobre cómo una comprensión de la gracia de Dios se manifiesta en la vida de los creyentes. Manning dice: "No podemos ganarnos la aceptación de Dios, más de lo que podemos ganar nuestra salvación. Sin embargo, Él nos la da, voluntariamente, sin importar quiénes somos o qué hemos hecho. Todos somos piltrafas. Cada uno de nosotros llega maltratado, agotado, desaliñado y sucio para sentarse a los pies de nuestro Padre. Y allí él nos sonríe, los objetos elegidos de su 'amor furioso'". En otras palabras, Jesús acepta a los rotos. Él acepta a aquellas personas que saben que nunca serán perfectas. El evangelio de los piltrafas dice que podemos venir a Dios en nuestro pecado y pedir perdón. En Isaias 1:18, Dios ofrece la invitación a venir, aunque nuestros pecados sean como la grana, él los hará blancos como la nieve. Dios desea que los pecadores vengan a él tal como son para que él pueda limpiarlos.
Jesús vino a salvar a los pecadores (1 Timoteo 1:15). "Jesús no viene por los superespirituales sino por los tambaleantes y los débiles de rodillas que saben que no lo tienen todo resuelto, y que no están demasiado orgullosos para aceptar la dadiva de la gracia maravillosa" (El Evangelio de los Piltrafas, página 27). Como con muchos temas en la Biblia, es importante entender el delicado equilibrio que Dios presenta: su gracia para aceptarnos "tal como somos" y nuestra disposición a no quedarnos "tal como somos".
Para entender completamente la gracia y el equilibrio que la Palabra de Dios presenta, necesitamos considerar quiénes éramos sin Cristo y quiénes nos convertimos con Cristo. Nacimos en pecado (Salmo 51:5), y somos culpables de romper la ley de Dios (Romanos 3:9–20, 23; 1 Juan 1:8–10). Éramos enemigos de Dios (Romanos 5:6, 10; 8:7; Colosenses 1:21), mereciendo la muerte (Romanos 6:23a). No teníamos forma de salvarnos a nosotros mismos (Romanos 3:20). Espiritualmente, estábamos desvalidos, ciegos, impuros y muertos. Nuestras almas merecen castigo eterno. Decir que todos somos piltrafas es quedarse corto.
Pero luego viene la gracia. Dios extendió su favor hacia nosotros. La gracia es lo que nos salva (Efesios 2:8). La gracia es la esencia del evangelio (Hechos 20:24). La gracia nos da victoria sobre el pecado (Santiago 4:6). La gracia nos da "eterno consuelo y buena esperanza" (2 Tesalonicenses 2:16).
La Biblia llama repetidamente a la gracia un "don" (p. ej., Efesios 4:7). La gracia es el acto benevolente continuo de Dios trabajando en nosotros, sin el cual no podemos hacer nada (Juan 15:5). La gracia es mayor que nuestro pecado (Romanos 5:20), más abundante de lo que esperamos (1 Timoteo 1:14), y demasiado maravillosa para las palabras (2 Corintios 9:15).
Entonces, ¿cómo prevenimos que esa gracia se convierta en "gracia barata", una "gracia" que promete todos los beneficios del cristianismo sin arrepentimiento u obediencia? La gracia barata busca ocultar el costo del discipulado, anular nuestra disposición a responder al don de la gracia de Dios. Mientras creemos que la gracia de Dios cubre todos nuestros pecados, también podemos aceptar que la fe se manifiesta en arrepentimiento, obediencia y un corazón transformado. Los creyentes son nuevas creaciones.
Venimos a Dios como piltrafas y aceptamos su gracia, y Dios nos llama a la renovación. A medida que aceptamos la gracia de Dios a lo largo de nuestras vidas, no permanecemos en el pecado. Buscamos ser transformados a la imagen de Cristo. Él nos recibe tal como somos y luego comienza a cambiarnos mientras nos sometemos a Él en obediencia. Sí, el evangelio es para piltrafas. No, Dios no deja a la gente como piltrafas.