Respuesta:
La palabra "expiación" no aparece en el Nuevo Testamento, pero describe con precisión un aspecto del sacrificio de Cristo a favor nuestro. Expiación significa "cubrir el pecado" y/o "limpiar el pecado". La expiación refleja la idea de que por la gracia de Dios se eliminan los efectos negativos y degradantes de nuestro pecado. Otra palabra para expiación es redención, y realmente este es uno de los resultados de la muerte redentora de Jesús por nosotros.
Mediante la expiación -la obra de Cristo en la cruz por nosotros- se canceló el pecado de todos los que alguna vez creyeran en Cristo. Esa cancelación tiene consecuencias eternas, aunque el pecado siga presente en el ámbito temporal. En otras palabras, los creyentes son liberados de la pena y el poder del pecado, pero no de su presencia. La justificación es el término que significa ser liberado de la pena del pecado. Este es un acto único en el que el pecador es justificado y hecho santo y justo a los ojos de Dios, quien cambió nuestra naturaleza pecaminosa por la justicia de Cristo en la cruz (2 Corintios 5:21). La santificación es el proceso continuo por el cual los creyentes son liberados del poder del pecado en sus vidas y por la nueva naturaleza son capaces de resistir y alejarse de él. La glorificación es cuando la presencia del pecado desaparece, lo cual sólo ocurrirá cuando dejemos este mundo y estemos en el cielo. Todos estos procesos -la justificación, la santificación y la glorificación- son posibles gracias a la expiación o cancelación del pecado.
También es bueno saber que hay otros beneficios de la muerte de Jesús en nuestro favor. Uno de ellos, que no está incluido en el concepto de expiación, pero que es igualmente verdadero y bíblico, es la propiciación, que consiste en "aplacar la ira". Realmente la muerte expiatoria de Dios Hijo apacigua la ira de Dios Padre contra la humanidad rebelde y pecadora (Juan 3:36; Romanos 5:9). Expiación, justificación, santificación, glorificación, propiciación y muchas más: tenemos innumerables razones para alabar a Dios y acudir a Él con fe y confianza.
