Respuesta:
Una falacia genética es un argumento ilógico a favor o en contra de una idea basado en el origen de la misma. Un ejemplo de falacia genética es la afirmación "Lloverá el martes porque lo dice mi padre". Puede que el padre del que habla sea un buen hombre y un buen padre, pero eso no se traduce necesariamente en que sepa con certeza cómo será el tiempo en el futuro. Otra afirmación que ilustra la falacia genética es "Este libro es horrible; después de todo, mira quién lo escribió". Quienes cometen la falacia genética ofrecen evaluaciones basadas únicamente en el origen de una cosa o en la historia de una idea, en lugar de juzgar los méritos (o deméritos) reales de esa cosa o idea.
En Juan 1, Natanael es invitado a conocer a Jesús de Nazaret, y Natanael está a punto de cometer una falacia genética: "¿De Nazaret puede salir algo de bueno?", dice (versículo 46). En otras palabras, Natanael consideraba que todos los nazarenos eran unos don nadie: bastaba la ciudad natal de un hombre para formarse una opinión de él. Pero el razonamiento de Natanael era erróneo. Jesús, aunque era de Nazaret, era realmente el Mesías prometido.
La falacia genética aparece a veces en argumentos relacionados con la religión. El razonamiento suele seguir estas líneas "La fe de esa persona es irrelevante porque lo más probable es que haya aprendido esa fe de sus padres". Observa que tal declaración no intenta evaluar la validez de la fe o su relevancia; simplemente la rechaza basándose en la idea de que la exposición a la religión de niño niega su verdad o disminuye de algún modo su relevancia en la edad adulta.
La falacia genética es falsa porque la verdad de una afirmación no se basa en absoluto en el origen del concepto. Incluso una fuente normalmente poco creíble puede tener razón a veces. E incluso las fuentes más fiables pueden equivocarse a veces (salvo inspiración divina). Un concepto filosófico o teológico es verdadero o no lo es; no importa cómo una persona llegó a creer en el concepto o quién, en el pasado, consideró que ese concepto era verdadero.
Al mismo tiempo, los argumentos relativos a los orígenes de la religión merecen consideración. Las personas no deben seguir ciegamente una religión por el mero hecho de que sea la religión de sus padres. Cada individuo es responsable de sus propias creencias y de su relación con Dios. Aunque una fe aprendida en la infancia no es necesariamente falsa, tampoco es necesariamente verdadera. Los creyentes deben estudiar las Escrituras (Hechos 17:11) y ser capaces de explicar por qué creen lo que creen (1 Pedro 3:15), independientemente de la tradición familiar o eclesiástica.