Respuesta:
La fe en Dios es la confianza en Él, que se basa en un verdadero entendimiento de quién es Él, tal como se revela en la Biblia. La fe en Dios comprende un reconocimiento intelectual de los hechos relativos a Dios y una confianza en estos hechos que cambian vidas.
La fe en Dios tiene varios componentes. El primero es creer que Él realmente existe. Sin embargo, no basta con creer que Dios existe. Como dice Santiago 2:19, los demonios también creen en la existencia de Dios.
Después de reconocer que Dios existe, el segundo elemento de la fe en Dios es el compromiso. La fe que no se traduce en acciones es una fe muerta, no es una fe verdadera (Santiago 2:26).
Ahora bien, incluso una fe en Dios que nos motive a actuar no es suficiente. Para que la fe en Dios sea genuina, debemos aceptarlo tal y como se ha revelado en las Escrituras. No podemos aceptar los atributos de Dios que nos gustan y rechazar los que no. Si no aceptamos a Dios tal como es, entonces estamos poniendo nuestra fe en un dios falso de nuestra propia creación. Muchas "religiones" hacen exactamente esto, pero cualquier religión que no esté basada en la Biblia es una religión diseñada con un dios diseñado. Para que la fe en Dios sea genuina, debe estar basada en el Dios verdadero. Por ejemplo, el Dios de la Biblia es trino, así que la verdadera fe en Dios debe aceptar la deidad y la personalidad del Hijo y del Espíritu Santo, así como del Padre.
Hay mucha confusión hoy en día sobre la naturaleza de la fe. Algunos piensan que la fe es "creer lo que sabes que no es verdad". Muchos de los "nuevos ateos" colocan la fe en contra de la ciencia y la evidencia. Dicen que los cristianos tienen fe en que Dios existe, pero que los ateos tienen pruebas empíricas de la ciencia. Dicen que los cristianos tienen fe, pero los científicos tienen conocimiento. Esta comparación malinterpreta la naturaleza de la fe en Dios.
La fe en Dios no es un salto al vacío sin pruebas o, peor aún, en contra de las pruebas. La fe es simplemente confianza. El cristiano confía en Dios. El ateo científico tiene fe en la ciencia. Si un ateo utiliza el método científico para descubrir una medicina y luego toma esa medicina, está ejerciendo la fe. Confía en sus datos y en que el medicamento le curará, no le envenenará. Algunas personas pueden tomar la medicina sin pensar para nada en cómo se desarrolló o en quién la preparó. Otros pueden tomar el medicamento sólo después de investigar a fondo todos los aspectos de la investigación. Una persona puede tomarlo con gran confianza, mientras que otra lo hace titubeando. En última instancia, quien toma el medicamento está ejerciendo su fe en él. Al final, no es el grado de fe lo que determina si el medicamento funcionará, sino la eficacia del mismo. Una profunda fe en un mal medicamento no curará a una persona. Es el objeto de la fe, no el poder de la fe, lo que marca la diferencia. La incertidumbre sobre una buena medicina no impedirá su eficacia, siempre y cuando se tome según lo prescrito. La fe no es lo contrario de la duda; de hecho, la duda puede existir incluso en medio de la fe (ver Marcos 9:24). Una persona puede ejercer la fe (la confianza y el compromiso) y al mismo tiempo estar insegura sobre la cosa o la persona a la que se ha comprometido. Alguien definió una vez la duda como "la fe que busca la comprensión".
Algunas personas pueden simplemente confiar en Dios porque parece algo intuitivo. Puede que se hayan criado en un hogar cristiano y se les haya enseñado la Biblia desde sus primeros años de vida. Han visto a Dios obrar en la vida de otras personas, y simplemente confían en Él. Otros pueden haber llegado a la fe sólo después de haber examinado a fondo la evidencia de Dios. Si la decisión de confiar en el Dios de la Biblia es intuitiva o deliberada, ésta es la señal de una fe genuina.
El ateo también puede llegar a su ateísmo por intuición o tras una cuidadosa reflexión. En definitiva, tiene fe en que Dios no existe porque confía en sus instintos o en su investigación y se compromete a vivir de forma coherente con sus creencias. En contra de lo que afirman los nuevos ateos, todo el mundo tiene algún tipo de fe, todo el mundo confía en algo. Es imposible vivir sin confiar en algo, aunque sólo sea en la fiabilidad de nuestros cinco sentidos. El objeto de nuestra fe es lo que marca la diferencia.
