Pregunta: ¿Qué es el fuego que nunca se apagará de Mateo 3:12?
Respuesta:
En Mateo 3:12, Juan el Bautista da una poderosa descripción del papel de Jesús en el juicio: "Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará". La frase fuego que nunca se apagará destaca la severidad y firmeza del juicio divino. Para comprender mejor el significado de esta frase, debemos examinar tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento.
En primer lugar, es importante comprender la metáfora agrícola utilizada por Juan el Bautista. El proceso de aventar consiste en utilizar una herramienta parecida a una horquilla para lanzar al aire el trigo cosechado, permitiendo que el viento separe la paja sin valor del trigo valioso. En esta metáfora, el trigo representa a los justos, que son recogidos con seguridad. La paja, en cambio, representa a los malvados, que están destinados al "fuego que nunca se apagará". Al ser inextinguible, este fuego sigue ardiendo y no se puede apagar, lo que indica un tormento eterno.
El concepto de "fuego que nunca se apagará" tiene sus raíces en imágenes del Antiguo Testamento. Por ejemplo, Isaías 66:24 menciona un fuego que "no se apagará", refiriéndose al destino de los malvados. Asimismo, Jeremías 17:27 advierte de un fuego inextinguible que consumirá al pueblo de Jerusalén si no santifica el día de reposo. Tanto Isaías 66:24 como Jeremías 17:27 entienden el "fuego que nunca se apagará" como la ira y el juicio de Dios, que es implacable y lo consume todo. Juan el Bautista utiliza la misma imagen en Mateo 3:12 para subrayar la gravedad del juicio venidero, cuando Jesús separe a los justos de los injustos.
La idea del fuego que nunca se apagará se encuentra también en otros pasajes del Nuevo Testamento. En Marcos 9:48, Jesús advierte que es mejor entrar en el cielo sin ningún miembro que ser arrojado al infierno, "donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga". Marcos 9:48 refuerza la idea de que el "fuego que nunca se apagará" representa el castigo eterno que espera a los injustos. Esta es la desafortunada realidad para todos los que eligen permanecer en el pecado en lugar de someterse a Cristo en la fe.
El libro del Apocalipsis también proporciona una vívida descripción del juicio final, en el que aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida son arrojados al lago de fuego (Apocalipsis 20:15). Este lago de fuego es el "fuego que nunca se apagará" que Juan el Bautista menciona en Mateo 3:12. El fuego se refiere a un estado eterno de castigo para los malvados. No habrá reforma ni restauración de los impíos; el fuego de su castigo arderá eternamente.
La mención del "fuego que nunca se apagará" es, pues, una invitación al arrepentimiento, que es la esencia del ministerio de Juan el Bautista. La urgencia de este mensaje es clara: el momento de arrepentirse es ahora, antes de que llegue el juicio. Los pecadores deben despertar a la verdad del castigo eterno, apartándose del pecado y volviéndose a Dios. Como afirma 2 Pedro 3:9: "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". Sin embargo, la paciencia de Dios no debe darse por sentada, pues el "fuego que nunca se apagará" sigue siendo una realidad inminente para aquellos que no atienden a su llamado al arrepentimiento.
El "fuego que nunca se apagará" es también un recordatorio de la santidad y la justicia de Dios, que exige que se trate el pecado de forma adecuada. El fuego de Dios es la forma en que se hace justicia definitiva, y refleja la justa indignación del Señor contra el pecado y Su compromiso de erradicarlo. En Hebreos 12:29, se describe a Dios como un "fuego consumidor", enfatizando la pureza de Su naturaleza, que no puede coexistir con el pecado. Para los creyentes, esta verdad nos obliga a vivir de una manera digna del Evangelio, siempre conscientes del justo juicio de Dios.