Pregunta: ¿Qué significa "vosotros sois linaje escogido" (1 Pedro 2:9)?
Respuesta:
En 1 Pedro 2:9, el apóstol Pedro describe a los creyentes en Jesucristo con estas notables palabras: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable". Otras traducciones traducen la expresión "linaje escogido" como "descendencia escogida" (NVI) o "pueblo elegido" (NTV).
¿La frase sois linaje escogido habla de predestinación y elección -la predeterminación de Dios de quién se salvará- o significa otra cosa?
En este pasaje, Pedro entreteje las Escrituras del Antiguo Testamento para definir algunas de las extraordinarias riquezas espirituales que los cristianos poseen en Jesucristo. Se basa concretamente en Isaías 43:20-21, donde Dios habla de "mi pueblo, mi escogido. Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará". Pedro también toma prestadas las palabras exactas que se encuentran en Éxodo 19:6, en el que Dios identifica a Su pueblo como un "reino de sacerdotes". El pueblo elegido de Dios ya no se limita únicamente a los hebreos de Israel; Su nación santa abarca ahora a la Iglesia de Jesucristo, que incluye tanto a judíos como a gentiles.
Pedro está recordando a la Iglesia precisamente lo valioso que es cada miembro para Dios. Cuando Pedro dice: "sois linaje escogido", está subrayando la amorosa iniciativa de Dios en la salvación. Dios nos atrae hacia Sí y nos coloca, "como piedras vivas", como parte de Su iglesia (1 Pedro 2:5).
Pedro también está subrayando la propiedad de Dios sobre nuestras vidas, pues Él es quien elige al "linaje escogido". A lo largo de la historia, Dios ha reclamado para Sí un pueblo que fuera Su posesión más preciada. Los creyentes en Jesucristo son el pueblo que Dios ha elegido poseer. Podemos ser personas corrientes, pero como Dios nos posee, nuestras vidas adquieren un valor inconmensurablemente grande.
Las doctrinas de la predestinación y la elección son indiscutiblemente bíblicas (Marcos 13:20; Efesios 1:4-5; Apocalipsis 13:8; Apocalipsis 17:8). Dios elige a las personas para que sean objeto de Su favor y gracia inmerecidos, no por su valía ni por nada que hagan para merecerlo. En el centro de la elección de un pueblo por parte de Dios está Su amor (Deuteronomio 7:7-8; 10:14-17; Oseas 11:1, 4; 14:4; Jeremías 31:2-3). Nada puede explicar adecuadamente el amor de Dios por los pecadores; se debe recibir por la fe.
Dios habita en medio de Su pueblo (Éxodo 25:8; Juan 14:16-17). Su linaje escogido es Su herencia, Su preciada posesión, Su tesoro (Deuteronomio 32:9; Éxodo 19:5). Los cobija, los lleva en Sus brazos, los carga sobre Sus hombros, los sostiene en Sus manos y los sienta a Sus pies (Deuteronomio 33:3, 12, 27; Isaías 49:16). Los ama con un amor celoso e insiste en que le adoren exclusivamente a Él (Éxodo 20:5). Les ha dado Su nombre (Números 6:22-27). Todas estas maravillosas riquezas nos han llegado no porque las merezcamos o las hayamos ganado, sino porque Dios nos eligió en Su misericordia y amor para que le perteneciéramos.
La segunda mitad de la afirmación de Pedro describe la respuesta del creyente al hecho de ser el pueblo elegido de Dios: "Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa" (1 Pedro 2:9, NTV). La NVI dice: "para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable". Proclamar significa "anunciar, pregonar". Las increíbles bendiciones que los cristianos han heredado en Cristo no solo deben recibirse con gratitud, sino que deben motivar a los creyentes a dar testimonio de la bondad de Dios y de Cristo. Somos como paneles de vidrieras a través de los cuales se derrama el sol, iluminando las tinieblas. Situados justo donde Dios nos ha colocado, canalizamos Su maravillosa luz y difundimos la gloria polifacética de Su bondad y Su amor.