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Pregunta: ¿Qué significa que Cristo fue herido por nuestras transgresiones (Isaías 53:5)?

Respuesta:
En el último de los Cánticos del Siervo de Isaías, tenemos este pasaje: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5).

La "herida" de la que se habla aquí resultaría en una lesión grave. La palabra hebrea significa literalmente "traspasado" o "agujereado". La Biblia del Mensaje (solo disponible en inglés) resalta el horror de la escena, así como la naturaleza vicaria de la muerte de Cristo: "Fueron nuestros pecados los que le hicieron eso, los que lo desgarraron, rasgaron y aplastaron: ¡nuestros pecados!". La mayoría de las traducciones modernas de Isaías 53:5 utilizan la palabra traspasado. La perforación de las manos y los pies de Jesús (con clavos), el costado (con una lanza) y la cabeza (con espinas) dan a esta profecía de Isaías un cumplimiento literal.

El Siervo Sufriente que se describe en Isaías 53 es un Portador del Pecado. Todo el capítulo 53 de Isaías se refiere al sufrimiento del Siervo de Dios, el Mesías, al recibir el castigo por los males que otros han cometido. El Mesías no había hecho nada malo. Él es el "siervo justo" (versículo 11), y "aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca" (versículo 9).

Una transgresión es una rebelión. Isaías 53:5 dice específicamente que Cristo fue herido por nuestras transgresiones, por nuestras rebeliones. Él no se había rebelado contra Dios; de hecho, siempre obedeció la voluntad del Padre (Juan 5:19; 6:38). Fue nuestra rebelión contra Dios la que causó el problema. Cristo, en Su misericordia y gracia, fue herido para remediar el problema.

Cuando vimos a Cristo colgado del madero, nos quedamos boquiabiertos y, en nuestro orgullo, supusimos que debía de haber hecho algo horrible para que Dios lo castigara de esa manera: "le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido" (Isaías 53:4). O, como dice la Biblia del Mensaje (solo disponible en inglés): "Pensábamos que él se lo había buscado, que Dios lo estaba castigando por sus propios errores". Pero estábamos equivocados. Cristo estaba sufriendo en el madero por nosotros. Se necesita humildad para reconocer que era nuestro propio pecado el que recaía sobre Cristo y que Él estaba recibiendo con misericordia el castigo que nosotros merecíamos.

El hecho de que Cristo fuera herido por nuestras transgresiones apunta claramente a la doctrina de la expiación sustitutiva. Su muerte fue vicaria, es decir, murió por nosotros pecadores. Cristo sufrió la muerte como nuestro sustituto. Él recibió la pena que nuestros pecados merecían, y nosotros recibimos, a cambio, las bendiciones que Su justicia había obtenido. "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21). Es un intercambio maravilloso.

El hecho de que Cristo fuera herido por nuestras transgresiones establece una conexión directa entre la pasión de Cristo y nuestras iniquidades. En la sabiduría de Dios, la muerte de Cristo no solo fue el castigo que merecíamos, sino también el remedio que necesitábamos. Mediante el sacrificio de Cristo, nos reconciliamos con Dios: "siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (Romanos 5:10).

Por último, merece la pena mencionar aquí la perspectiva de Isaías: escribe: "herido fue por nuestras rebeliones"; no "herido fue por vuestras rebeliones". Es decir, Isaías se situó entre los transgresores que provocaron la herida del Mesías. El profeta podría haber enumerado muchos pecados de los que era culpable el pueblo rebelde de Judá, pero no lo hace aquí. Por el contrario, Isaías se pone en medio de ellos y se imagina a sí mismo tan culpable como ellos. Todos somos pecadores y todos necesitamos al Salvador.

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