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Pregunta: ¿Por qué Jesús se refirió a los fariseos como un "hijo del infierno" en Mateo 23:15?

Respuesta:
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros" (Mateo 23:15). Este es uno de los "siete ayes" pronunciados por el Señor contra los fariseos y los maestros de la Ley. Para entender por qué Jesús llamaría a un convertido de los fariseos "hijo del infierno" (literalmente, "hijo de Gehenna"), tenemos que mirar el contexto de las palabras de Jesús. Él está instruyendo a Sus seguidores sobre los hipócritas religiosos, advirtiéndoles que los fariseos son ellos mismos un "hijos del infierno".

Jesús comienza Su condena de los líderes religiosos de la época en Mateo 22 con una parábola. La historia de la fiesta de bodas (Mateo 22:1-15) condena la justicia propia de los líderes y su rechazo a aceptar la provisión de Dios para su salvación. Debido a que sus corazones todavía estaban endurecidos, respondieron intentando atrapar a Jesús con preguntas sobre impuestos (versículos 16-22), la resurrección (versículos 23-33), y la Ley (versículos 34-40). Jesús evitó sus trampas y los acusó de no conocer ni las Escrituras ni el poder de Dios (versículo 29). Luego les devolvió la pregunta, formulándoles una pregunta que no podían responder sobre el Mesías (versículos 41-46). Una vez que los hizo callar, aprovechó la ocasión para enseñar a Sus discípulos la verdad sobre los maestros de la Ley en el capítulo 23.

Ser un hijo del infierno significa ser merecedor del infierno, es decir, ser terriblemente malvado. En Mateo 23, Jesús explica que los fariseos y saduceos mostraban su maldad de muchas maneras. No practicaban lo que predicaban (versículo 3). Cargaban al pueblo con rituales religiosos y ceremonias de su propia invención y no hacían ningún esfuerzo por ayudarles a soportarlos (versículo 4). Todos sus rituales religiosos se hacían de manera pública para recibir la alabanza y la gloria de los demás (versículos 5-7). Por todos estos pecados y más, Jesús pronuncia "ayes" sobre ellos por su culpa y el castigo que seguramente les esperaba.

Los fariseos y sus seguidores eran hijos del infierno principalmente porque rechazaban la salvación provista por Dios, intentando justificarse a través de sus propias obras justas. Al hacerlo, cerraban "el reino de los cielos delante de los hombres" (Mateo 23:13). Jesús dijo que, cuando convertían a un gentil, lo convertían en el doble de hijo del infierno que ellos—el antiguo pagano se convertía en el doble de hipócrita que ellos, el doble de confirmado en la maldad. Al oponerse a Jesús, los líderes trataban de convencer a la gente de que Él era un impostor. Muchos estaban dispuestos a aceptarlo como el Mesías y estaban a punto de entrar en el reino de los cielos, pero los hipócritas lo impedían. Jesús dice que ellos habían quitado "la llave de la ciencia" (Lucas 11:52), lo que significa que habían quitado la correcta interpretación de las antiguas profecías respecto al Mesías. De esa manera impedían que la gente recibiera a Jesús como su Redentor prometido.

Así como los fariseos y saduceos se convirtieron en hijos del infierno al rechazar a Jesús como su único Salvador, lo mismo sucede con millones de personas hoy en día. Todos los que permanecen en sus pecados merecen el infierno, porque Dios demanda justicia, y la maldad se debe pagar (Romanos 6:23). Si rechazamos el pago de Cristo por nuestros pecados, debemos pagarlos nosotros mismos, convirtiéndonos así en un hijo del infierno.

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