Pregunta: ¿Qué es el hisopo? ¿Para qué se usaba el hisopo en la Biblia?
Respuesta:
Dado que en la época bíblica las personas no tenían acceso a los productos que tenemos hoy, a menudo dependían de recursos naturales como plantas, subproductos de animales y minerales para la limpieza, cocina, comida, medicina y más. El hisopo, una hierba de la familia de la menta con propiedades limpiadoras, medicinales y aromatizantes, era prolífico en el Medio Oriente y se usaba de varias formas.
La Biblia menciona el hisopo varias veces, principalmente en el Antiguo Testamento. En Levítico, Dios ordenó a su pueblo usar hisopo en la limpieza ceremonial de personas y casas. En un ejemplo, Dios le dice a los sacerdotes que usen hisopo junto con madera de cedro, lana escarlata y la sangre de un ave limpia para rociar a una persona recientemente curada de una enfermedad de la piel (probablemente lepra). Este acto limpiaría ceremonialmente a la persona antes enferma y le permitiría reingresar al campamento (Levítico 14:1–7). El mismo método se usó para purificar una casa que antes contenía moho (Levítico 14:33–53).
El hisopo también se usa simbólicamente en la Biblia. Cuando los israelitas marcaron sus postes de la puerta con la sangre del cordero para que el ángel de la muerte pasara de largo, Dios les instruyó que usaran un manojo de hisopo como "pincel" (Éxodo 12:22). Esto probablemente era porque el hisopo era resistente y podía resistir el cepillado, pero también probablemente significaba que Dios estaba marcando a su pueblo como "puro" y no como objetivos del juicio que Dios estaba a punto de impartir a los egipcios.
David también menciona el hisopo en el Salmo 51:7: “Límpiame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.” David no está hablando de limpieza física; más bien, está pidiendo a Dios que lo limpie espiritualmente mientras confiesa su pecado.
El hisopo también aparece en la crucifixión de Jesús, cuando los soldados romanos le ofrecieron a Jesús una bebida de vinagre de vino en una esponja al final de un tallo de hisopo (Juan 19:28–30). Este fue, de hecho, el último acto de Jesús antes de declarar que su obra en la tierra estaba terminada y entregar su espíritu. Aunque el tallo de hisopo pudo haberse usado estrictamente para propósitos prácticos (es decir, era lo suficientemente largo para alcanzar la boca de Jesús mientras colgaba en la cruz), es interesante que se eligiera esa planta en particular. Es posible que Dios pretendiera esto como un retrato de purificación, ya que Jesús compró nuestro perdón con su sacrificio. Al igual que en el Antiguo Testamento la sangre y el hisopo purificaban a una persona impura, así la sangre derramada de Jesús nos purifica de la impureza de nuestro pecado.
