Pregunta: ¿Qué significa que no debemos olvidar de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles (Hebreos 13:2)?
Respuesta:
El escritor de Hebreos insta a los creyentes a mostrar hospitalidad ofreciendo un incentivo extraordinario: "No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles" (Hebreos 13:2). El estímulo es parte de una enseñanza más extensa sobre demostrar amor fraterno a los demás cristianos.
Demostrar amor fraterno significa tratar a los hermanos cristianos como trataríamos a los queridos miembros de la familia. Una forma en que los creyentes pueden hacer esto es ayudando a cuidar las necesidades de los ministros y misioneros cristianos, mostrándoles hospitalidad y acogiéndolos en nuestras casas.
En el siglo I, los viajeros no solían disponer de alojamiento, sobre todo en las ciudades más pequeñas. Si los había, solían ser caros, inmorales y antihigiénicos. Era mucho más común que los viajeros se alojaran en casa de un amigo o familiar.
En la Nueva Traducción Viviente, Hebreos 13:2 dice: "No se olviden de brindar hospitalidad a los desconocidos, porque algunos que lo han hecho, ¡han hospedado ángeles sin darse cuenta!" Este pasaje hace referencia directa a Génesis 18-19, cuando Abraham y Lot mostraron hospitalidad a unos misteriosos visitantes que, en realidad, eran mensajeros enviados por Dios. Abraham y Lot hospedaron literalmente a ángeles. El autor de Hebreos transmite este principio: es preferible abrir nuestras casas a huéspedes necesitados que correr el riesgo de ofender a Dios con un trato poco hospitalario con Sus mensajeros.
Los siervos de Dios que viajan como misioneros y ministros dan más bendiciones de las que reciben. Por lo tanto, los creyentes deben ser generosos a la hora de apoyarles y ayudarles a llevar a cabo su labor (1 Corintios 9:11-14; 16:17). El apóstol Pablo instruyó a los gálatas: "Los que reciben enseñanza de la palabra de Dios deberían proveer a las necesidades de sus maestros, compartiendo todas las cosas buenas con ellos" (Gálatas 6:6, NTV). Pablo explicó a Timoteo que una de las cualidades que debe tener un líder de la iglesia es: "Con agrado debe recibir visitas y huéspedes en su casa" (1 Timoteo 3:2).
Jesús también defendió el principio de acoger a extraños. Él dijo que cada vez que nos negamos a ayudar a un siervo del Señor—el necesitado, el extraño, el hambriento, el sediento, el enfermo y "uno de estos mis hermanos más pequeños"—estamos negándonos a ayudar al propio Señor (Mateo 25:35–45). Cuando acogemos a extraños, estamos mostrando hospitalidad a Jesucristo, nuestro Señor, y demostrando amor fraternal.
El verdadero amor fraterno no se satisface con meras palabras, sino que se expresa con hechos de compasión. Abrir nuestras casas a los visitantes y ser generosos con nuestras posesiones es cómo probamos nuestro amor mutuo y nuestra fidelidad a Dios: "Querido amigo, le eres fiel a Dios cada vez que te pones al servicio de los maestros itinerantes que pasan por ahí aunque no los conozcas. Ellos le han contado a la iglesia de aquí de tu cariñosa amistad. Te pido que sigas supliendo las necesidades de esos maestros tal como le agrada a Dios; pues viajan en servicio al Señor[a] y no aceptan nada de los que no son creyentes. Por lo tanto, somos nosotros los que debemos apoyarlos y así ser sus colaboradores cuando enseñan la verdad" (3 Juan 1:5–8, NTV).
Hoy en día, podemos buscar oportunidades para "acoger a extraños" acomodando a ministros y misioneros viajeros, invitando a hermanos cristianos a nuestras casas para una comida, o siendo anfitriones de un grupo de vida informal, reunión de oración o estudio bíblico.
"Estén listos para ayudar a los hijos de Dios cuando pasen necesidad. Estén siempre dispuestos a brindar hospitalidad" (Romanos 12:13, NTV), instó Pablo. Tal vez nunca sepamos si, al dar la bienvenida a un extraño, de alguna manera acogimos a un ángel del Señor. Pero podemos estar seguros de que, al mostrar una hospitalidad cálida y generosa a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, estamos siendo fieles y obedientes a la voluntad del Señor.