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Pregunta: ¿Qué significa "deberían imitarme a mí, así como yo imito a Cristo" (1 Corintios 11:1)?

Respuesta:
Al concluir una sección de enseñanza sobre la naturaleza de la libertad cristiana (1 Corintios 10:23-11:1), el apóstol Pablo emitió esta audaz directiva: "Y ustedes deberían imitarme a mí, así como yo imito a Cristo" (versículo 11:1, NTV). La libertad cristiana se puede resumir en seguir el ejemplo de Jesucristo o imitar a Cristo. "Imítenme, así como yo imito a Cristo", afirma la Nueva Versión Internacional. Como discípulos de Jesús, estamos llamados a seguir Su ejemplo y llegar a ser como Él (Juan 13:15, 34; Mateo 11:29; Romanos 8:29; 13:14). Podemos ayudarnos imitando a otros siervos cristianos maduros que nos han proporcionado aliento espiritual (ver 1 Tesalonicenses 2:14).

Cuando Pablo dijo: "deberían imitarme a mí, así como yo imito a Cristo", nos estaba instruyendo como creyentes para que examináramos cuidadosamente la vida de nuestro Salvador y las vidas de Sus siervos fieles. Antes había dado una orden similar en 1 Corintios 4:16: "Por tanto, os ruego que me imitéis". En el griego original, el verbo traducido como "imitar" en 1 Corintios 11:1 y 1 Corintios 4:16 es mimētai y significa "convertirse en una persona que copia las palabras y los comportamientos de otra". El término griego es la raíz de nuestra palabra en español imitar. Pablo eligió el mismo verbo para decir a los efesios: "Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo. Por lo tanto, imiten a Dios en todo lo que hagan porque ustedes son sus hijos queridos" (Efesios 4:32-5:1, NTV).

Nuestra libertad en Cristo no es una licencia para hacer lo que queramos, sino una invitación a seguir las huellas de Cristo. Jesús dijo a Sus discípulos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mateo 16:24). Imitar el ejemplo de Jesús implica morir a uno mismo, como demostró el propio Cristo (Filipenses 2:5-8). Pero este es el secreto de la verdadera libertad cristiana.

Para imitar a Cristo, debemos conocerlo íntimamente. Lo hacemos mediante el estudio constante y profundo de Su vida y Sus palabras. La enseñanza de Pablo aquí, en 1 Corintios 10:23-11:1, nos da una idea. Podemos ver que Jesús nunca se conformó con lo que era aceptable o permitido, sino que siempre buscó lo que era beneficioso y constructivo (versículo 23). No se centraba en Su propio bien, sino en el bien de los demás (versículos 24 y 33; cf. Filipenses 2:4). Tenía constantemente en cuenta Sus actos y cómo podían afectar a la conciencia de otro (versículos 28-29; cf. Mateo 17:24-27). Jesús hizo todo para reflejar la gloria de Dios (versículo 31; cf. 2 Corintios 4:6; 2 Corintios 4:4; Hebreos 1:3).

En la antigüedad, se esperaba que los alumnos imitaran a sus maestros como parte de su formación. En la fe cristiana, los creyentes llegan a conocer el carácter de Cristo a través de la comunión con mentores piadosos y tomando ejemplo espiritual de ellos. El autor de Hebreos escribió: "a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas" (Hebreos 6:12). Más adelante, exhortó: "Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe" (Hebreos 13:7).

Como discípulos de Cristo, imitamos Su carácter y, al hacerlo, proporcionamos modelos de vida dignos de imitar (Filipenses 4:9; 1 Tesalonicenses 1:6; 3:2-4). Y, a medida que imitamos a Cristo y nos parecemos más a Él en todo lo que hacemos, somos verdaderamente libres (Romanos 12:1-2; 2 Corintios 3:18; Efesios 4:14-16, 22-24). El apóstol Juan afirmó: "y al vivir en Dios, nuestro amor crece hasta hacerse perfecto. Por lo tanto, no tendremos temor en el día del juicio, sino que podremos estar ante Dios con confianza, porque vivimos como vivió Jesús en este mundo" (1 Juan 4:17, NTV).

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