Pregunta: ¿Qué significa que la dádiva de Dios es la vida eterna (Romanos 6:23)?
Respuesta:
En Romanos 6:20-23, Pablo invita a los cristianos a considerar su vida antes de venir a Cristo y después. También compara las recompensas contrastadas de cada modo de vida: "Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro".
Antes de la salvación, éramos esclavos del pecado y estábamos destinados a la muerte. Pero, mediante la fe en Jesucristo, recibimos el don de Dios, que es la salvación de las almas para la vida eterna: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Juan 3:16-17).
La palabra dádiva (carisma en griego) en Romanos 6:23 significa "regalo dado en señal de buen favor". Efesios 2:8-9 explica con más detalle este don: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". El don o la dádiva de Dios no depende de nuestro comportamiento. No puede ganarse, como un salario. La Biblia lo llama "dádiva o don gratuito" (Romanos 6:23). No trabajamos por el don de la vida eterna; lo recibimos simplemente porque el buen favor de Dios se derrama sobre nosotros.
El don de Dios es Su "abundante provisión de gracia". No es "como la transgresión", que trae la muerte por el pecado. "La gracia de Dios y el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo" trae la vida eterna (Romanos 5:15-17; ver también Romanos 3:24; Efesios 1:7-8). El pecado paga su salario con la muerte, y los pecadores reciben lo que merecen. Pero Dios concede un don gratuito, y los creyentes en Jesucristo reciben lo que no merecen: la vida eterna.
El don de Dios es Jesucristo, Su Hijo. El apóstol Pablo agradece a Dios Su "don inefable" en Jesús (2 Corintios 9:15). Jesús se llama a Sí mismo "el don de Dios" en forma de "agua viva" a la mujer de Samaria (Juan 4:10). Jesús ofrece esta definición de la vida eterna: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). El don es conocer al Único Dios Verdadero a través de una relación con Jesucristo, Su Hijo, que es en sí mismo la vida eterna.
Los cristianos recibimos todos los beneficios de Cristo por nuestra unión con Jesucristo. Jesús murió y, por tanto, nosotros hemos muerto en Él (Romanos 6:3; Gálatas 2:20). Cristo resucitó de entre los muertos; por tanto, se nos introdujo en una nueva vida (Romanos 6:4-5). Él vive para Dios, y ahora nosotros vivimos para Dios (Romanos 6:10-11). Jesucristo vivirá eternamente, y nosotros viviremos eternamente con Él (Juan 17:3; 1 Juan 2:25).
El único fundamento para recibir el don de Dios es el sacrificio expiatorio de Jesucristo en la cruz. Jesús es el canal justo del don de la gracia de Dios derramado por Su sangre (1 Pedro 1:18-19; Apocalipsis 1:5). Si estamos en Cristo por la fe, recibimos toda bendición espiritual en Él (Efesios 1:3-14). "Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna" (1 Juan 5:11-13).
El don de Dios es vida espiritual abundante -una vida con sentido, propósito y alegría- desde el momento de la salvación y para toda la eternidad (Juan 10:10; 1 Corintios 2:9). La vieja vida de pecado no tiene ningún beneficio y solo conduce a la muerte. Pero servir a Dios tiene la ventaja de la santificación que conduce a la santidad y al don de Dios: la vida eterna en Jesucristo.