Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre la lectura de la palma?"
Respuesta:
La lectura de la palma, también conocida como "quiromancia", tiene sus orígenes en la mitología griega. Quiromancia, del griego kheiro, que significa "mano", y mantia, que significa "adivinación", significa esencialmente "adivinación de la palma de la mano". Los que la practican creen que pueden identificar el carácter de una persona, su fortuna y los posibles acontecimientos futuros "leyendo" las líneas, marcas y protuberancias de la palma de la mano.
Aunque la lectura de la palma no se menciona en la Biblia, sí aparece la adivinación, que estaba específicamente prohibida por la Ley de Moisés (Levítico 19:26). Moisés advirtió a su pueblo antes de entrar en la Tierra Prometida en contra de la adivinación y otras prácticas: "No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti" (Deuteronomio 18:10-12). La pena por realizar estas prácticas era la muerte (Éxodo 22:18; Levítico 20:27). A los israelitas también se les prohibía buscar ayuda en quienes se dedicaban a la adivinación: "Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo" (Levítico 20:6).
La adivinación también fue condenada por los profetas (Isaías 44:25; Jeremías 27:9; 29:8; Ezequiel 13:9). Tales prácticas ocultas eran muy comunes entre las naciones paganas del mundo antiguo. Y fue, en parte, gracias a estas prácticas detestables que Dios expulsó al pueblo de Canaán y lo reemplazó por los israelitas (Deuteronomio 18:12, 14).
Los cristianos pueden confiar al saber que nuestro Dios soberano tiene el control de nuestro futuro oculto. Las respuestas que buscamos no están en nuestras manos, sino en las de Dios. Cualquiera que esté ansioso por el futuro sólo necesita escuchar las palabras de nuestro Señor: "Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir . . . Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán" (Mateo 6:25, 32-34).