Respuesta:
Una "letra escarlata" es un estigma que alguien lleva por algo mala que ha cometido. El término normalmente se refiere a una vergüenza pública que sufre una persona para excluirla del resto de la sociedad. Los que están marcados con una letra escarlata son víctimas de la venganza de una sociedad que no perdona.
El término "letra escarlata" proviene de la novela "La letra escarlata" de 1850 de Nathaniel Hawthorne. En la novela, una mujer llamada Hester Prynne, que vive en la Nueva Inglaterra colonial, es condenada por adulterio. Como castigo, la comunidad puritana en la que habita la obliga llevar la letra A en su corpiño/brasier por el resto de su vida. Hester, lejos de ser intimidada por su castigo, adopta el símbolo y lo lleva con orgullo; en todas sus prendas, ella cose una A escarlata de gran tamaño decorada con finos bordados. Uno de los aspectos destacados de Hawthorne en la novela es que el castigo externo impuesto por el hombre no es suficiente para cambiar el corazón.
Encontramos referencias actuales a la letra escarlata en canciones de Taylor Swift y Casting Crowns. "Love Song", de Swift, se refiere a la letra escarlata en el contexto de una separación forzosa. En "Does Anybody Hear Her?", de Casting Crowns, la referencia es a darle la espalda a alguien por su pecado.
Cuando permitimos que la reputación pecaminosa de una persona se convierta en su característica más sobresaliente, cuando identificamos a las personas solo por sus pecados, es como si les pusiéramos una letra escarlata en el pecho. Estamos llamados a llevar las buenas nuevas de la salvación de Jesús a todo el mundo (Hechos 1:8). Los marginados de la sociedad necesitan oír que hay esperanza para ellos. Jesús dio el ejemplo de esto, ya que fue visto comiendo con "los publicanos y con los pecadores" (Marcos 2:16). En respuesta a las críticas que recibió, Jesús dijo: "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2:17).
En Juan 8, cuando le trajeron a una adúltera a Jesús para que la condenara públicamente, Jesús tenía varias opciones. Podría haberla excluido de la sociedad. Podría haberla humillado. Podría haber tirado la primera piedra. No hizo ninguna de esas cosas. Más bien, Jesús perdonó el pecado de la mujer y ordenó vivir una nueva vida: "Vete, y no peques más" (Juan 8:11). La maravillosa verdad es que Jesús quita las letras escarlatas. "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (Romanos 8:1).