Pregunta: ¿Cómo debe ver un cristiano el libertarismo?
Respuesta:
Políticamente, el libertarismo sugiere que el gobierno debe ser limitado, actuando solo en asuntos de gran importancia y principalmente para proteger la autonomía de los ciudadanos. El libertarismo hace hincapié en la libertad de los individuos para hacer lo que les plazca, con la menor interferencia posible del Estado. Quienes reivindican esta teoría política se conocen como libertarios. El libertarismo se distingue del concepto teológico de libre albedrío libertario, al que también se hace referencia ocasionalmente utilizando el término libertarismo.
Como cualquier idea política, el libertarismo es en realidad un espectro de ideas más que un dogma explícito. En la política occidental moderna, la versión más visible del libertarismo suele denominarse libertarismo de derechas. Pocos libertarios de derechas, si es que hay alguno, defienden la eliminación total del Estado. Esto convierte al liberalismo de derechas en una forma de minarquía o gobierno mínimo. Dicho en su forma más pura, un gobierno de derecha libertaria solo realizaría dos funciones: defender a la nación contra ataques extranjeros y perseguir a los delincuentes. Un gobierno así definiría el delito únicamente como actos de violencia, fraude o robo.
También existe el libertarismo de izquierdas, que comparte rasgos con el comunismo y el socialismo. Según este punto de vista, el concepto libertario central de "libertad" se utiliza para expresar que todos los recursos -incluida la propiedad- deben estar a libre disposición de todos. Algunos libertaristas de izquierdas son anarquistas, pues consideran que ningún tipo de gobierno cívico es legítimo.
Todas las filosofías políticas tienen debates internos sobre dónde trazar la línea de la interferencia gubernamental. El libertarismo suele preferir mucha menos implicación gubernamental -y poder gubernamental- que los puntos de vista competidores. El punto de referencia libertario para cualquier idea o institución son sus efectos sobre la libertad individual y los derechos básicos de las personas. Más que en la mayoría de las demás teorías políticas, el debate dentro del libertarismo puede llevar a dos libertarios a conclusiones diametrales sobre el mismo tema. Por ejemplo,
- Respecto al aborto, un libertario podría decir que cualquier restricción es una injerencia ilegítima del gobierno. Otro podría argumentar que el aborto es un acto de violencia contra el no nacido.
- Respecto al consumo de drogas, algunos libertarios creen que todas las sustancias deberían poder comprarse, venderse y consumirse legalmente. Otros sugieren que el consumo incontrolado de drogas crea amenazas para la seguridad.
- En cuanto al matrimonio, los libertarios pueden preferir que no haya beneficios ni restricciones más allá del reconocimiento religioso privado. Los libertarios también pueden argumentar lo contrario: que promover el mejor acuerdo, el más natural, para la crianza de los hijos, es necesario para la supervivencia de la sociedad.
- Algunos libertarios apoyan el uso de los impuestos para infraestructuras como carreteras, servicios públicos y bomberos. Otros prefieren que esas cosas estén totalmente privatizadas, pagadas solo por quienes quieran beneficiarse de ellas.
Bíblicamente, el libertarismo encuentra tanto apoyo como límites. En última instancia, las personas son responsables ante Dios, no ante el gobierno (Hebreos 4:13). Independientemente de las leyes del país, cada persona tiene la obligación de hacer lo que es correcto a los ojos de Dios (Hechos 4:29; 1 Corintios 10:13). Las Escrituras contienen muchas advertencias sobre el gobierno humano, incluida la advertencia del propio Dios sobre los peligros intrínsecos de estar sometido a reyes terrenales (1 Samuel 8:10-17). Un cristiano puede inclinarse por el liberalismo debido al énfasis que este pone en los derechos personales. Muchos libertarios cristianos sostienen que incluso un gobierno "bueno" facultado para hacer cumplir los ideales cristianos puede perseguirlos con la misma facilidad más adelante. Tales creyentes buscan la libertad de vivir una vida que honre a Dios sin coacción ni interferencia del gobierno (1 Timoteo 2:1-2).
Al mismo tiempo, las Escrituras dicen que el gobierno humano es establecido por Dios para frenar el pecado humano (Romanos 13:1-4). En todas las culturas, algunos comportamientos son legales, aunque se reconozca que son perjudiciales, a menudo para la persona que participa en ellos. La inmoralidad no es una mera cuestión de delito y castigo, sino de la relación entre una cultura y Dios. Cuando ciertos pecados se dejan sin control, los resultados para una cultura pueden ser desastrosos. En la práctica, no existe el "pecado privado"; todo pecado acaba afectando a los demás. Si las leyes de una sociedad no reflejan nada de la verdad de Dios, esa sociedad no puede esperar funcionar correctamente (Proverbios 14:34; 29:2).
No hay nada en la Biblia que prohíba a un cristiano ser libertario. Tampoco exigen las Escrituras que los creyentes se adhieran al libertarismo. Decidir dónde trazar los límites en torno al papel del gobierno forma parte de nuestra libertad cristiana. Es una cuestión que cada creyente debe considerar con oración y cuidado.