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Pregunta: ¿Qué es "lodo cenagoso" (Salmo 40:2)?

Respuesta:
El lodo es tierra empapada de agua que crea un terreno blando, resbaladizo y sucio. Cenagoso significa humedal pantanoso y bajo que se hunde profundamente bajo los pies. Tanto el lodo como algo cenagoso describen un terreno problemático y difícil de atravesar. Uno puede atascarse rápidamente en el lodo cenagoso.

El lodo cenagoso es una metáfora común de circunstancias difíciles, embarazosas o engañosas de las que es difícil salir. Dios rescató al rey David de uno de esos aprietos:

"Esperé pacientemente al Señor,

Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor.

Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso;

Asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos" (Salmo 40:1-2, NBLA).

El "lodo cenagoso" del "hoyo de la destrucción" de David se refieren probablemente a las condiciones del fondo de una cisterna. Algunos personajes de las Escrituras tuvieron que enfrentarse al lodo cenagoso de forma literal: Jeremías fue capturado y arrojado a una cisterna fangosa, y "se hundió en el lodo" (Jeremías 38:6, NBLA). Los hermanos de José pretendían matar a José y ocultar su cuerpo en un pozo profundo y oscuro (Génesis 37:20, NBLA).

En el Salmo 40, David se sentía atrapado en una situación precariamente desesperada, tan grave que no podía escapar por sí mismo. No conocemos las circunstancias de su problema. Quizá fuera como el personaje Christian de El progreso del peregrino, que, al principio de su viaje, cayó en el pantano del abatimiento, descrito como "un lugar que no tiene arreglo". En la alegoría de Bunyan, el lodo cenagoso representa "la escoria y la suciedad que acompañan a la condena por el pecado". Christian no podía salir del lodazal por sí mismo, pero, afortunadamente, Dios envió a un hombre llamado Ayuda para que le echara una mano. (Bunyan, J., El Progreso del Peregrino, New American Library, a div. of Penguin Books, 1981, p. 22-23).

Estar atrapado en un pozo de lodo cenagoso equivale a un momento de la vida en el que estamos tan atascados que no podemos liberarnos ni escapar por nosotros mismos. Tomando prestados ejemplos de la vida de David, podría ser la miserable prisión del pecado personal (ver Salmo 40:12; cf. 2 Samuel 11), un profundo abismo de adversidad (1 Samuel 18:10-17; 1 Samuel 23:15-29), problemas familiares (2 Samuel 15-18), dolor y confusión emocional (2 Samuel 18:19-33), o incluso una cisterna real como la que padeció Jeremías.

David, Job y muchos otros personajes bíblicos invocaron a Dios para que los salvara del lodo cenagoso (ver Salmo 18:16; 69:1, 2, 14, 15; 144:7; Job 30:19-28). Estos acontecimientos son bellas ilustraciones de Dios rescatando a Su pueblo del pecado y de los problemas y estableciéndolos en su lugar sobre los firmes cimientos de Jesucristo, la Roca de la Salvación (ver Deuteronomio 32:4; 2 Samuel 22:2; Salmo 62:7; 89:26; Mateo 7:24; 1 Corintios 3:11; 10:4).

No importa en qué pozo nos encontremos, nuestro Dios bueno y misericordioso escuchará nuestros clamores de ayuda. Bajará hasta el lodo cenagoso metáforico de nuestra angustia, nos sacará de él y asentará nuestros pies sobre cimientos sólidos, un lugar de seguridad y estabilidad. En lugar de resbalar en el lodo y hundirnos en el fango, podemos pisar con seguridad en el Señor (Salmos 17:5; 18:36; 94:18).

Algunos comentaristas bíblicos asocian la liberación de David en el Salmo 40:1-3 con la muerte sacrificial y la resurrección de Jesucristo. Jesús entró en un pozo de pecado para salvarnos; se hizo pecado por nosotros (2 Corintios 5:21; Hebreos 2:9). "Él mismo cargó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz, para que nosotros podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es recto" (1 Pedro 2:24, NTV). Imagínate lo viscoso que debió de ser aquel pozo para el perfecto e inmaculado Cordero de Dios. Sin embargo, Jesús no se quedó en el lodo cenagoso. Dios escuchó Sus oraciones (ver Hebreos 5:7) y le resucitó de entre los muertos (Mateo 28:5-6; Hechos 2:24, 32; 13:15, 30; Gálatas 1:1; 1 Corintios 15:3-4).

Todos los que han sido redimidos del lodo cenagoso del pecado y las circunstancias angustiosas se unen a la jubilosa alabanza de David:

"Me sacó del foso de desesperación,

del lodo y del fango.

Puso mis pies sobre suelo firme

y a medida que yo caminaba, me estabilizó.

Me dio un canto nuevo para entonar,

un himno de alabanza a nuestro Dios.

Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados;

pondrán su confianza en el Señor" (Salmo 40:2-3, NTV).

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