Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre la magia negra?"
Respuesta:
Dios aborrece la brujería, la hechicería y todo tipo de magia ("blanca" o "negra"), y nos advierte para que no nos involucremos en esas prácticas. La magia negra, también llamada magia oscura, es el uso de poderes sobrenaturales con fines egoístas, que con frecuencia incluye el conjuro de hechizos para controlar a otras personas o para provocar el mal. Los practicantes de la magia negra buscan invocar seres demoníacos, hablar con los muertos y, en general, beneficiarse a sí mismos a costa de los demás.
La Biblia menciona la brujería y, por asociación, la magia negra como una de las obras de la carne: "Y manifiestas son las obras de la carne: . . . hechicerías. . . . los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas 5:19-21). Cuando la gente de Éfeso llegó a conocer a Cristo, trajeron sus libros de magia y los quemaron públicamente como señal de que estaban cambiando el poder oscuro de la brujería por el poder santo del Espíritu (Hechos 19:19). En Apocalipsis 21:8 a los que practican la magia negra se les advierte del juicio de Dios en términos muy claros: "Pero los...hechiceros... tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda".
La magia negra es una práctica antigua, y muchos mandamientos del Antiguo Testamento prohibían a los israelitas toda asociación con la brujería o la hechicería. Deuteronomio 18:10 dice: "No sea hallado en ti quien...practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero". Bajo la teocracia de Israel, la pena por ser brujo era la muerte (Éxodo 22:18). Muchos otros pasajes del Antiguo Testamento condenan la magia negra junto con la brujería en sus múltiples formas (Miqueas 3:7; 5:12; 2 Reyes 21:6; Levítico 19:26, 31; Deuteronomio 18:14).
La magia negra está mal por varios motivos. En primer lugar, debemos buscar el poder y la sabiduría sólo en Dios y confiar en Él como fuente omnipotente de todo lo que es bueno; no debemos buscar el poder o la sabiduría de espíritus mentirosos e impuros ni confiar en ellos de ninguna manera. En segundo lugar, nuestro objetivo debe ser cumplir la voluntad de Dios, no perseguir nuestros propios fines egoístas. Tercero, debemos amar a nuestros enemigos y orar por ellos (Mateo 5:44); la magia negra enseña que hay que odiar a los enemigos y hacerles maleficios. En cuarto lugar, tratar de controlar a los demás o ejercer poder sobre ellos es contrario al deseo de Dios de que las personas ejerzan el libre albedrío y tomen decisiones morales. Quinto, abrirse a la influencia demoníaca es una tontería, porque el diablo es un adversario que busca destruir (1 Pedro 5:8). Dios condena claramente la práctica maligna de la magia negra. Optar por la magia negra es rechazar el control de Dios y atraer el juicio (ver Juan 12:48).