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Pregunta: ¿Qué es la masculinidad tóxica?

Respuesta:
La masculinidad tóxica es una expresión habitual en la cultura popular, aplicada frecuentemente con un enfoque contrario a su intención original. Cuando se utilizan mal, se asume que estas dos ideas, "tóxico" y "masculino", son una y la misma. En lugar de suponer un concepto inadecuado de la masculinidad, la masculinidad tóxica suele implicar que todo lo masculino es inherentemente tóxico.

Es importante distinguir entre lo que significaba originalmente el término masculinidad tóxica, cómo se utiliza hoy en día, y lo que dice la Biblia sobre la masculinidad y la hombría. El uso inicial de la expresión masculinidad tóxica fue un esfuerzo bien intencionado para enfrentarse a actitudes poco sanas que ejercían una presión indebida sobre los hombres. Con el tiempo, los intentos de enfrentarse al comportamiento negativo se convirtieron en un ataque a casi todo lo relacionado con la masculinidad. La Biblia hace claras advertencias sobre la conducta que los hombres deben evitar, pero no condena todas las expresiones de masculinidad. Al contrario, los ejemplos sanos de hombría son vitales para la salud de una cultura.

Utilizado contra los hombres que se comportan mal

Inicialmente, la masculinidad tóxica se refería a una caricatura deformada de la hombría, una distorsión de lo que significaba ser un "hombre de verdad". Esta perspectiva poco saludable se asociaba a la "hipermasculinidad": el estereotipo caricaturesco del hombre macho, constantemente con el ceño fruncido, duro e inmune al dolor o a las emociones. A menudo se culpaba a ese tipo de estereotipo injusto e irrazonable de "hombre de verdad" cuando los hombres se sentían presionados a reprimir las emociones, cerrarse a los demás, trabajar en exceso o negarse a admitir el fracaso. Originalmente, el término masculinidad tóxica se dirigía a la percepción errónea de que los "hombres de verdad" no expresaban sentimientos, no mostraban amabilidad, no practicaban la sumisión ni demostraban cuidado.

Como parte de ese mismo esfuerzo, la masculinidad tóxica también se aplicó a otros comportamientos, hacia los que las actitudes estereotipadas suelen presionar para que alguien "sea un hombre de verdad". Por ejemplo, la mentalidad de "playboy" que alaba la promiscuidad y objetiviza a las mujeres se consideró tóxica con razón. Esas primeras discusiones sobre la masculinidad tóxica también condenaban la misoginia, la agresividad, las apariencias/poses y el acoso, entre otros defectos del carácter.

Utilizado contra el comportamiento masculino

Con el tiempo, los ataques a la hipermasculinidad se filtraron en la crítica de cualquier comportamiento asociado estereotipadamente a los hombres. La masculinidad tóxica se ha aplicado injustamente a los hombres que quieren ser protectores y proveedores de su cónyuge. O a los hombres que se comportan de formas que antes se consideraban caballerosas. O a los que valoran el trabajo manual o el atletismo. O incluso a los hombres que prefieren no ser excesivamente emocionales o vulnerables. Rasgos como la competitividad, la valentía o incluso el mero hecho de ser ruidoso han sido etiquetados como expresiones de masculinidad tóxica por algunos críticos modernos.

Relacionado con la idea de masculinidad tóxica está el término moderno mansplaining. Esta palabra se acuñó para denotar la forma de hablar de un hombre cuando menosprecia a una mujer, suponiendo que no entiende un tema... cuando, en realidad, ella entiende mejor que él. Algunas personas utilizan ahora esa expresión, casi siempre que un hombre expresa una opinión firme o intenta argumentar racionalmente un punto de vista. En lugar de abordar la esencia de la conversación, la tachan de "mansplaining" y rechazan al orador por ser simplemente un varón seguro de sí mismo.

Utilizado contra los hombres

El mal uso de la frase masculinidad tóxica surgió cuando se puso el foco en la masculinidad en lugar de en los comportamientos verdaderamente inapropiados. El efecto práctico de esto ha sido una forma general de misandria: una actitud prejuiciosa e injusta o un odio abierto hacia los hombres o hacia todo lo masculino. En lugar de criticar los comportamientos excesivos o fomentar los positivos, algunas personas dan por sentado que cualquier cosa "infantil" u "masculina" es, por definición, objeto de burla o se debe evitar.

Los chicos, especialmente, han sufrido esta tendencia cultural. La competitividad, la toma de riesgos, el atrevimiento, el ruido, etc. no siempre son malos y antes se aceptaban como "chicos que son chicos". Hoy, sin embargo, esos rasgos se tachan a menudo de inapropiados o incluso "tóxicos". Los entornos de grupo suelen agravar este problema. Las escuelas, los centros de atención, los programas recreativos e incluso las iglesias ahora tienden a promover la igualdad de resultados, el trabajo comunitario, el sentimentalismo y otras expresiones más típicamente femeninas. El comportamiento clásicamente femenino se considera "bueno", mientras que la brusquedad, el bullicio, el aventurerismo, etc. se castigan como mal comportamiento.

El resultado es un entorno en el que las chicas que expresan un comportamiento más típicamente "femenino" se sienten empoderadas y conectadas, y los chicos que expresan un comportamiento más típicamente "masculino" se sienten avergonzados o rechazados.

Consecuencias de la misandria

Culturalmente, el problema de ridiculizar todas las expresiones de hombría como masculinidad tóxica es que hace que los comportamientos legítimamente erróneos sean más difíciles de afrontar. El uso de términos antimasculinos como "masculinidad tóxica", "mansplaining" y "manspreading" hace que incluso las expresiones benignas de masculinidad se etiqueten como inapropiadas. Esto solo sirve para borrar la distinción entre ser "masculino" y ser "tóxico", ya que, de todos modos, todo se condena.

Los comportamientos verdaderamente tóxicos, como la promiscuidad, el acoso y el aislamiento emocional, no mejoran cuando se desprecian comportamientos como la caballerosidad, la competitividad o la audacia. Al contrario, la misandria da lugar a menos ejemplos positivos de expresión masculina. No incentiva a los chicos a actuar como chicas; solo fomenta la vergüenza y la necesidad de esconderse. Deja a un chico "infantil" sin una forma segura y moderada de expresarse, y es probable que se endurezca ante la crítica y la corrección, desarrollando como resultado un carácter verdaderamente tóxico.

Expresiones de bondad

La Biblia dice que todo lo que Dios creó es bueno cuando se utiliza para un fin bueno (1 Timoteo 4:4), y eso incluye el patrón creado por Dios de varón y mujer (Génesis 1:27). No hay absolutamente nada malo en la masculinidad, pero hay mucho de malo en los comportamientos que son tóxicos. Lo que separa a ambos es una cuestión de aplicación. Atracar un banco requiere cierta dosis de valentía, audacia y capacidad para asumir riesgos, pero también lo requiere ser bombero. Al igual que las herramientas, estas ideas generales se pueden utilizar con intenciones positivas o negativas.

El objetivo no debería ser condenar lo masculino, sino fomentarlo. Es decir, las actitudes y comportamientos que son naturalmente masculinos—y que se aplican de forma piadosa—se deben celebrar. Con ello se consiguen dos cosas. En primer lugar, proporciona ejemplos positivos a los niños y a otros hombres: "esto es bueno; por favor, haz esto". En segundo lugar, capacita a los hombres legítimamente masculinos para enfrentarse y desafiar a los que muestran un comportamiento tóxico.

Promover un modelo bíblico de masculinidad también conduce a un mayor respeto y aprecio por las mujeres. Intentar que los hombres y los niños sean iguales que las mujeres y las niñas no ayuda a nadie. Se ha dicho que Dios no creó a las mujeres para hacer todo lo que los hombres pueden hacer, sino para hacer todo lo que los hombres no pueden hacer (ver Génesis 2:18-24). Celebrar el don único y precioso de la feminidad no es posible si no hay un enfoque complementario.

La masculinidad y la Biblia

Las Escrituras desmienten todas las nociones de masculinidad tóxica; condenan los comportamientos inadecuados y aplauden los positivos. No hay mejor ejemplo de masculinidad real que Jesucristo. Su ejemplo, expuesto en la Biblia, no solo confronta las actitudes hipermasculinas, sino que también muestra cómo es posible expresar rasgos supuestamente "masculinos" de forma positiva.

Jesús no tenía miedo de mostrar Sus emociones (Juan 11:35), y, sin embargo, también estaba dispuesto a echar a los ladrones del templo con un látigo (Juan 2:13-16). Cristo se preocupó por las necesidades de los demás (Juan 6:5-13) y demostró compasión (Marcos 1:40-41), sensibilidad (Lucas 10:38-42), perdón (Lucas 7:44-50) y humildad (Juan 13:1-16). Al mismo tiempo, mostró valentía (Marcos 11:15-18; Lucas 22:39-46), confrontación justa (Mateo 23:13-36), juicio adecuado (Juan 4:15-18), bullicio (Juan 7:37), autocontrol (Mateo 4:1-11) e incluso jovialidad (Juan 1:47-48).

En términos más generales, la Palabra de Dios habla contra las actitudes que son verdaderamente tóxicas. La Escritura denuncia la dominación (1 Pedro 5:3), la avaricia (Hebreos 13:5), la negativa a descansar (Génesis 2:3; Marcos 6:31), la promiscuidad (Romanos 13:13), el egoísmo (Filipenses 2:3), la arrogancia (Romanos 12:3), la venganza (Romanos 12:19), etcétera. Exalta el valor del amor (Juan 13:34-35), la franqueza (Gálatas 6:2), la mansedumbre (Gálatas 5:22-23) y la paz (Romanos 12:18), al tiempo que promueve la fortaleza (Efesios 6:10), la valentía (1 Corintios 16:13), el respeto (Tito 2:7; 1 Timoteo 3:7) y la audacia (Efesios 3:12; Tito 2:15). Así pues, un enfoque verdaderamente bíblico de la hombría no es tóxico, ni debe etiquetarse como tal.

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