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Pregunta: ¿Qué significa "Médico, cúrate a ti mismo" en Lucas 4:23?

Respuesta:
Al principio de Su ministerio, Jesús estaba en Nazaret hablando en la sinagoga. Nazaret era Su ciudad natal, y la gente de allí conocía a Su familia y lo había visto crecer (Lucas 4:16). Cuando Jesús leyó una profecía mesiánica de Isaías y afirmó ser el cumplimiento de la misma, la multitud de la sinagoga se opuso inmediatamente (versículos 17-22). Fue entonces cuando Jesús hizo referencia a un proverbio de la época: "Médico, cúrate a ti mismo" (versículo 23).

El público de Jesús en Nazaret reaccionó con asombro a Sus palabras en la sinagoga, y empezaron a recordar Su historia personal: "¿No es este el hijo de José?" (Lucas 4:22). No podían señalar ningún pecado en el pasado de Jesús, pero sin duda sacaron a relucir el hecho de que era un muchacho del pueblo, como si eso lo descalificara para ser el Mesías. Básicamente, decían: "Jesús es el hijo del carpintero local; es alguien común, como nosotros. ¿De dónde saca la idea de que es alguien especial? El Mesías no será un comerciante".

La respuesta de Jesús a su resistencia a creer fue hacerse Él mismo el objeto de un proverbio: "Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra" (Lucas 4:23).

En el proverbio "Médico, cúrate a ti mismo", Jesús es el médico, y los nazarenos le exigen que se cure a Sí mismo. Es otra forma de decir: "No creeremos ni una palabra de lo que digas hasta que te ocupes de lo que te aflige"; excepto que, al ser un proverbio, es mucho menos extenso. La idea básica es que nadie quiere visitar a un médico que tiene fiebre y expulsa flemas. El consejo de un dermatólogo con la cara cubierta de una erupción cutánea pruriginosa y escamosa tiene poco peso. "Oye, Jesús", dice la multitud, "antes de que puedas ayudarnos, ¡tienes que ocuparte de tus propios problemas!".

"Médico, cúrate a ti mismo" también conlleva la idea de necesitar pruebas. La actitud de los miembros de la sinagoga en Lucas 4 es que un verdadero médico debería ser capaz de demostrar sus credenciales, diagnosticando y tratando correctamente cualquier dolencia que padezca personalmente. Para aplicar el punto del proverbio más concretamente a la situación de Jesús: "Hará falta algo más que palabras para convencernos. Si de verdad eres el Mesías, demuéstralo haciendo un milagro o alguna otra cosa igualmente mesiánica". Al exponer el proverbio, Jesús menciona los milagros que había hecho en la cercana Capernaum, milagros de los que los nazarenos habían oído hablar y querían ver repetidos en su propia ciudad.

"Médico, cúrate a ti mismo" también comunica una exigencia de que el Hacedor de Milagros realice algunos de Sus milagros en casa. El médico del proverbio debería curarse a sí mismo; es decir, debería practicar su medicina en casa. Del mismo modo, Jesús debería desplegar Su poder en casa, en Nazaret, y no solo en otros lugares. De este modo, el proverbio "Médico, cúrate a ti mismo" es similar a nuestro proverbio moderno "La caridad empieza en casa".

El desafío era claro. La gente de la ciudad natal de Jesús exigía señales y prodigios antes de aceptarlo como Mesías. Jesús no les hizo ningún milagro. Más bien utilizó los ejemplos de Elías y Eliseo para mostrar cómo la incredulidad de Israel había hecho que aquellos profetas trabajaran "fuera de casa" con los gentiles (Lucas 4:25-27). La multitud del día de reposo que escuchaba a Jesús se enfureció ante la comparación, e intentaron matar a Jesús (versículos 28-29). Vaya fiesta de bienvenida.

A Jesús deberían haberle dado las llaves de la ciudad de Nazaret; en cambio, le dieron escepticismo, rechazo y un proverbio tajante: "Médico, cúrate a ti mismo". Como dijo Jesús a la multitud justo antes de su intento de asesinato: "Ningún profeta es acepto en su propia tierra" (Lucas 4:24).

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