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Existen tres divisiones principales en la filosofía de la ética. La ética aplicada es la más práctica: identifica las acciones correctas e incorrectas en diversos campos de interés humano. La ética normativa no habla de acciones concretas, pero intenta desarrollar un marco de trabajo por el que las acciones se puedan considerar éticas o no éticas. La metaética es el estudio de la propia ética. Profundiza en el lenguaje, la naturaleza, la motivación y la fuente de la moralidad.
Las dos principales escuelas de metaética son el cognitivismo y el no cognitivismo. El cognitivismo estudia el lenguaje de la ética. Una afirmación que describe una característica moral ("la guerra es mala") tiene la misma estructura oracional que una afirmación sobre las características físicas de un objeto ("los árboles son frondosos"). El cognitivismo afirma que esta similitud es válida, porque los enunciados morales describen condiciones morales de las cosas (aunque el juicio expresado en el enunciado pueda ser erróneo: la guerra puede no ser mala, los árboles pueden haber perdido sus hojas). El no cognitivismo insiste en que los enunciados morales no pueden describir características verdaderas, porque la moral no es real. No existe una verdad moral a la que pueda referirse el lenguaje. Así pues, por mucho que se parezca a una descripción física, una afirmación moral solo puede expresar emoción, preferencia u otro punto de vista subjetivo.
El cognitivismo tiene más divisiones. Dado que el lenguaje puede describir cualidades morales reales (aunque esas cualidades sean erróneas), ¿cuál es la naturaleza de la moral? ¿Es objetiva o subjetiva? El realismo moral afirma que la moral es real y objetiva. Las afirmaciones morales no se basan en opiniones, y o bien se pueden reducir a un simple hecho del mundo natural, o bien nos son dadas por un ser o fuerza sobrenatural. El antirrealismo rechaza esta teoría, afirmando que la moral depende de la mente: se le da valor por la elección de una mente. Esa mente puede ser un individuo, como en el subjetivismo individual; toda una sociedad, como en el relativismo cultural; o Dios, como en la Teoría del Mandato Divino.
El no cognitivismo también ofrece varias opciones. Si los enunciados morales no comunican una cualidad real de una acción, ¿qué son? El emotivismo dice que son emociones o preferencias. El prescriptivismo dice que son órdenes sutiles, que expresan lo que el hablante desea que ocurra respecto a una situación. El expresivísimo normativo es como el emotivismo, pero insiste en que las declaraciones morales representan los sentimientos de una comunidad. Y el cuasi-realismo enseña que, aunque los enunciados morales no expresan ninguna cualidad real, es mejor que finjamos que sí lo hacen.
Hay muchos otros argumentos en metaética. En primer lugar, ¿qué impulsa a alguien a actuar éticamente? ¿Son las cualidades éticas complejas, como la valentía, tan útiles como las cualidades básicas, como la bondad? ¿Y cuánto de la realidad pueden comprender realmente nuestros limitados intelectos? ¿En qué momento el deseo de pruebas contundentes deja paso al "parece correcto"?
En realidad, la Biblia es muy específica sobre el uso metaético del lenguaje. En Génesis 1 Dios habló, y sus palabras se convirtieron en realidad: no en deseo, preferencia o esperanza, sino en roca dura y tejones peludos. Y no estamos llamados a desear, sino a decir la verdad (Proverbios 12:17; Zacarías 8:16). Dios creó el lenguaje para expresar hechos.
Por supuesto, la Biblia es igualmente firme en que la moral es objetiva. Segunda de Reyes 17:37 y Mateo 5:17-18 hablan de la permanencia de la ética. Dios da la ley (Éxodo 20:1). Nuestros pensamientos son demasiado limitados para discernir o crear conceptos éticos (Isaías 55:9). Nuestros caminos solo conducen a la muerte (Proverbios 14:12). No podemos conocer plenamente lo que es correcto deduciendo la ética de la naturaleza o la intuición; necesitamos la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17).
Utilizar únicamente el intelecto humano para intentar determinar la naturaleza del lenguaje, la verdad y la moral es inútil. Como dice Eclesiastés 12:12-14: "... el hacer muchos libros no tiene fin, y demasiada dedicación a ellos es fatiga del cuerpo. La conclusión, cuando todo se ha oído, es esta: Teme a Dios y guarda Sus mandamientos, Porque esto concierne a toda persona. Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo" (NBLA).
