Pregunta: "¿Ya que las mujeres predicadoras pueden ser tan buenas como los hombres, ¿no significa eso que están llamadas a predicar?"
Respuesta:
En el pasado, cuando las mujeres eran tratadas como ciudadanas de segunda clase en todos los ámbitos, muchos asumen que las restricciones bíblicas sobre el rol de la mujer en la iglesia son parte de esa mentalidad sexista. Otros afirman que, ya que la cultura ha borrado la mayoría de las distinciones de género, la iglesia también debería hacerlo. Otros afirman que una mujer puede ser tan talentosa o mejor que un hombre para hablar en público y para la comprensión de la Biblia, de modo que debería ser capaz de predicar de la misma manera que los hombres. Es un tema controvertido y tenemos que ver lo que dice la Biblia.
La Biblia contiene las directrices de Dios para los roles de género dentro del mundo que Él ordena. Esos roles son diferentes, no mayores o menores. El rojo y el verde son colores diferentes. Uno no es superior al otro, sino que se utilizan para diferentes propósitos. Juntos, se complementan entre sí, llenando nuestro mundo con un color brillante. Si todo fuera rojo o todo fuera verde, no apreciaríamos la belleza de ninguno de los dos. Así es con el complementarismo de género. Cuando los hombres y las mujeres trabajan juntos dentro de sus asignaciones designadas por Dios, el reino de Dios florece.
Las mujeres son llamadas a muchas áreas de servicio, y reciben dones del Espíritu Santo al igual que los hombres. Deben cumplir con esos llamados y usar esos dones como los hombres. Las mujeres con un don para la enseñanza deben usar ese don, pero dentro de las pautas bíblicas. Esas pautas se pueden encontrar en 1 Timoteo 2:12. El énfasis es claro: Dios designó un liderazgo masculino en la iglesia y las mujeres desempeñan funciones de apoyo. Esto no significa necesariamente que los hombres no puedan o no deban aprender de las mujeres; significa que las mujeres no deben tener autoridad espiritual sobre los hombres. El puesto de pastor o anciano es un papel reservado a los hombres, quienes también deben cumplir ciertos requisitos (ver Tito 1:5-9).
Una mujer que tiene el don de enseñar o evangelizar tiene muchas posibilidades de usar su don en la iglesia, siempre y cuando no esté usurpando la autoridad espiritual que Dios le ha dado a los hombres. En la mayoría de las iglesias complementarias, las mujeres enseñan a otras mujeres y a los niños mientras que las clases mixtas para adultos son dirigidas por hombres. Una mujer puede ser una excelente comunicadora y una magnífica predicadora, pero su habilidad no invalida el patrón de la Biblia. Ella no debería predicar a los hombres, como si fuera su líder espiritual, a pesar de sus dones. La prohibición bíblica de que una mujer usurpe la autoridad espiritual en la iglesia significa, como mínimo, que las mujeres no deben ser las que definan la doctrina dentro de la iglesia. Los intérpretes autorizados de la Escritura, los que establecen el curso espiritual, deben ser hombres.
Hechos 18:24-26 relata la historia de Apolo a quien le enseñó un matrimonio compuesto por Priscila y Aquila. Apolo recibió esa enseñanza, aprendió la plenitud del mensaje del evangelio y se convirtió en un evangelista más dinámico. ¿Era Priscila un prototipo de "mujer predicadora" moderna? No, el pasaje es claro en que la instrucción que Apolo recibió fue informal, privada y dirigida tanto por Priscila como por su esposo: "le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios" (versículo 26). Priscila ayudó a compartir el evangelio con Apolo; nunca se le consideró como su autoridad espiritual en el ámbito de la iglesia. Posteriormente, Pablo llama a Priscila y a su marido "colaboradores" con él (Romanos 16:3).
Algunas mujeres que son talentosas comunicadoras se sienten llamadas a predicar, y en muchos casos podrían hacer un mejor trabajo que los hombres en el púlpito. Pero es importante que aborden el tema bíblicamente y se limiten voluntariamente a las vías que Dios ha designado. Asumir un papel pastoral, decidir la dirección espiritual de una iglesia, y otras formas de ejercer autoridad sobre los hombres de la iglesia van más allá del plan de Dios.
