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Pregunta: ¿Qué significa que "nadie será fuerte por su propia fuerza" (1 Samuel 2:9)?

Respuesta:
Después de que Ana dedicó a su hijo Samuel a servir al Señor en el tabernáculo, hizo una alegre oración de alabanza y agradecimiento al Señor, celebrando la soberanía de Dios y Sus maravillosas obras (1 Samuel 2:1-10). Reconoció que Samuel era un regalo de Dios y no el resultado de su fuerza o sus logros, diciendo: "Porque nadie será fuerte por su propia fuerza" (1 Samuel 2:9).

En la Nueva Traducción Viviente, la declaración de Ana es: "Nadie tendrá éxito solamente por la fuerza". "Fuerza" en 1 Samuel 2:9 se refiere al poder físico o mental, la habilidad y el poder. La fuerza humana no puede competir con la fuerza del Dios todopoderoso que satisface las necesidades de los hambrientos, abre el vientre de una mujer estéril y orquesta la vida y la muerte (1 Samuel 2:5-6).

El significado de nadie será fuerte por su propia fuerza, es que es imposible tener éxito en esta vida dependiendo de nuestra propia fuerza. Otros pasajes afirman la misma verdad: "El rey no se salva por la multitud del ejército; Ni escapa el valiente por la mucha fuerza" (Salmos 33:16). "Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del Señor" (Jeremías 17:5, NTV). El rey Ezequías nos recuerda que nuestros enemigos tienen "solo un brazo de carne, pero con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas" (2 Crónicas 32:8, NBLA). El camino al éxito "No es por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales" (Zacarías 4:6, NTV).

El rey David encontró su fuerza en el Señor (1 Samuel 30:6), y nosotros también debemos depender del poder de Dios en las batallas que enfrentamos (2 Samuel 22:40; Salmos 18:39). En toda circunstancia y "en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco", como el apóstol Pablo, podemos decir: "todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas" (Filipenses 4:12-13, NTV).

La fuente de fuerza del creyente es Jesucristo. El poder que necesitamos no es humano o carnal: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12). La fuerza que necesitamos no proviene de este mundo: "porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas" (2 Corintios 10:4).

Nadie será fuerte por su propia fuerza significa que, para navegar y superar los desafíos de la vida, debemos buscar algo completamente diferente de la fuerza terrenal y carnal. Necesitamos el poder divino de Dios. Necesitamos "toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo" (Efesios 6:10-11).

Tendemos a sobreestimar nuestro poder e importancia. Tendemos a subestimar nuestra necesidad de depender humildemente de Dios. Ana se dio cuenta de que solo Dios podía transformar su desesperada situación en una de pura alegría, y lo alabó por ello. Al aceptar nuestra debilidad humana y declarar nuestra dependencia de Dios, nosotros, como Ana, tenemos la oportunidad de celebrar y mostrar la fuerza milagrosa y transformadora de Dios (2 Corintios 12:9-10; 13:4; 1 Corintios 1:25-27).

Dios es capaz de transformar nuestras vidas. Él está trabajando en nosotros y a través de nosotros, y nada es imposible para Él (Marcos 10:27; Lucas 1:37; 18:27). Podemos depender de Su fuerza y no de la nuestra para servir a Dios, predicar el evangelio y aguantar el sufrimiento, y podemos confiar en Él para que nos restaure, apoye, fortalezca y mantenga sobre un fundamento firme (1 Timoteo 1:12; 2 Timoteo 4:17; 1 Pedro 5:10).

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