Respuesta:
El naturalismo es la creencia de que todo lo que existe en el universo es materia física, material. No hay alma; solo somos un complejo conjunto de neuronas. No existe un Creador, sino la evolución. Y experiencias como el dolor, el placer, la belleza y el sentido de sí mismo no existen realmente. No son más que reacciones fisiológicas.
La filosofía del naturalismo conduce a varias formas incompletas de pensar sobre el mundo. Una de las más importantes es la filosofía del telos, o propósito. La visión cristiana del mundo sostiene que el propósito de una cosa debe ser dado por una autoridad superior. Dado que el naturalismo enseña que no existe una autoridad superior (no hay deidad), deduce que la humanidad, la creación y los individuos no tienen un propósito en la vida.
La evolución, en la que cree la inmensa mayoría de los naturalistas, apoya la idea de la falta de propósito e intenta eludirla. Los naturalistas creen que la evolución explica cómo surgió la vida en la Tierra sin la intervención de un elemento sobrenatural. Pero la evolución también intenta devolver un sentido de finalidad a esa vida. En lugar de que la humanidad tenga un propósito existencial y espiritual, la evolución propone que sean nuestros genes los que tengan un propósito: propagar y multiplicar su firma genética en el cosmos. Sin embargo, no se trata de un verdadero "propósito". Los genes sobreviven y se multiplican siempre y cuando se den las condiciones adecuadas para ello. El "propósito" encarnado por la "supervivencia del más apto" se reduce a la suerte tonta como cualquier otro elemento de la evolución.
El naturalismo, con su insistencia en que no existen el alma, la mente ni el yo, también sostiene que no hay verdadero libre albedrío. Al igual que el aleteo de las alas de una mariposa en un rincón del mundo puede desencadenar un huracán al otro lado del planeta, cada impulso que sentimos, cada acción que realizamos y cada palabra que pronunciamos están determinados por los acontecimientos que nos precedieron. Estemos o no controlados por el impulso de nuestros genes de reproducirnos, somos incapaces de elegir nuestras creencias, nuestra visión del mundo o nuestro sabor favorito de helado. Esta filosofía fatalista se convierte en un problema en el ámbito de la ética; si nuestras acciones están fuera de nuestro control, ¿acaso se puede responsabilizar a los criminales de sus delitos? También revela la hipocresía de los evolucionistas que arrojan críticas contra los creacionistas; si los acontecimientos previos determinan nuestras creencias, ¿cómo se puede culpar a los teístas por creer en Dios?
El naturalismo también se refiere a una metodología de investigación bastante benigna. Los científicos, tanto ateos como cristianos, utilizan el naturalismo para descubrir más sobre nuestro mundo. Es la suposición general de que todo tiene una explicación física o natural, e investigar los elementos naturales revelará esa explicación. Se trata de un avance respecto a las religiones paganas que enseñaban que los rituales sexuales garantizarían una buena cosecha o que un gato negro podía causar mala suerte. Y es un rechazo del argumento del "Dios de los vacíos" que dice que Dios solo está implicado en aquellas cosas que no podemos ver o explicar. En cambio, la metodología naturalista postula que, si no podemos explicar algo, es que aún no hemos encontrado la respuesta. Sin embargo, sigue siendo una visión incompleta del mundo. Hay pruebas suficientes de que la vida no podría haber comenzado sin interferencias externas. Podemos descubrir nuestro mundo a través del método científico sin dejar de reconocer la actividad de un Creador.
Es cierto que nuestras acciones y creencias se ven influenciadas en gran medida por los acontecimientos a los que hemos estado expuestos. Por eso Dios nos exhorta a meditar en Su Palabra (Deuteronomio 11:18) y a mantener nuestros pensamientos en las cosas de arriba (Colosenses 3:2). La Biblia también enseña que tenemos un alma y un espíritu distintos (Hebreos 4:12) y que la humanidad tiene un propósito específico (Génesis 1:26-31). En definitiva, el naturalismo no es más que una forma elegante de negar la existencia de Dios (Salmo 14:1).