Pregunta: ¿Qué dice la Biblia sobre la necrofilia?
Respuesta:
La necrofilia (literalmente, "amor al cadáver") es una práctica sexual pervertida que implica la atracción por un cadáver. Un necrófilo es una persona que obtiene placer sexual al tener relaciones sexuales con un cadáver. Un necrófago es alguien que obtiene placer sexual comiendo cadáveres o ciertas partes de ellos. La Biblia no menciona directamente en ninguna parte la necrofilia o la necrofagia.
En algunos casos, la necrofilia consiste en tocar sexualmente o tener relaciones sexuales con un cadáver recién fallecido; sin embargo, lo más frecuente es que el necrófilo elige cuerpos en etapas más avanzadas de descomposición. El cadáver de alguien asesinado por un necrófilo normalmente se guarda en una tumba poco profunda o en otro lugar oculto, permitiendo al necrófilo regresar para tener más sexo con la víctima cuando quiera. Algunos ejemplos bastante recientes de necrófilos son Ted Bundy, Gary Ridgway (el asesino del Río Verde), Edmund Kemper (el asesino de Coed), y Jeffrey Dahmer.
"No hay nada nuevo debajo del sol" (Eclesiastés 1:9), y el pecado de la necrofilia ha existido desde hace mucho tiempo. El historiador griego Heródoto (c. 484—425 a.C.) escribió sobre cómo los antiguos egipcios protegían a los fallecidos de la práctica de la necrofilia. Al menos una mitología griega contiene alusiones de necrofilia cometida por Aquiles. En ese relato del siglo II, un soldado compañero dice que Aquiles "se enamoró de la Amazona [Pentesilia] después de su muerte", mientras estaba de pie junto a su cadáver (Apollodoro, Biblioteca Epítome, trad. por Frazer, J., libro E, cap. 5, § 1).
Aunque la Biblia no condena explícitamente la necrofilia, contiene principios que la marcan claramente como pecado. La Ley Mosaica especificaba que tocar un cadáver volvía a una persona inmunda (Números 19:11–16). La ley se aplicaba a cualquier tipo de contacto, incluido el contacto accidental necesario para mover el cadáver y prepararlo para el entierro. La inmundicia se extendía a aquellos que tocaban una tumba (versículo 16) e incluso a aquellos que estaban en la misma tienda que un cadáver (versículo 14). Después de siete días, la persona inmunda podía ser purificada mediante un proceso ceremonial. No completar ese proceso conllevaba una fuerte penalidad: "y cualquiera que tocare algún muerto a espada sobre la faz del campo, o algún cadáver, o hueso humano, o sepulcro, siete días será inmundo" (Números 19:16).
La Biblia limita la actividad sexual al esposo y la esposa. Todas las formas de sexo fuera del matrimonio son pecaminosas (Hechos 15:20; 1 Corintios 5:1; 6:13, 18; 10:8; 2 Corintios 12:21; Gálatas 5:19; Efesios 5:3; Colosenses 3:5; 1 Tesalonicenses 4:3; Judas 1:7; Apocalipsis 21:8). Dentro de los límites del matrimonio, el sexo es bueno y correcto. Sin embargo, la muerte pone fin al matrimonio (Romanos 7:2). Por lo tanto, es imposible que un necrófilo esté casado con el objeto de su lujuria, y la necrofilia cae bajo la misma condena que otras formas de sexo extramatrimonial. En cualquier circunstancia, la necrofilia es una perversión sexual y está prohibida por Dios.
En Gálatas 5 se enumeran algunos de los actos de la carne. Los dos primeros son la inmoralidad sexual y la impureza (versículo 19). La necrofilia definitivamente implica sexo inmoral, y es impura por cualquier medida de pureza. Es un pecado que lleva una fuerte advertencia: "Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas 5:21).
La muerte es el mayor insulto al plan de Dios. La muerte es el resultado del pecado (Romanos 6:23). La creación original de Dios era perfecta, completa y buena (Génesis 1). Cuando el pecado entró en el universo, comenzó el proceso de pervertir, torcer y arruinar lo que estaba destinado a ser santo, correcto, puro y hermoso. La necrofilia es un ejemplo de cómo se tergiversa la intención de Dios y la oscuridad de cuán oscura es la humanidad caída.
