Pregunta: ¿Por qué 'No cometerás adulterio' está en los Diez Mandamientos?
Respuesta:
Antes de responder a esta pregunta, necesitamos tener claro la definición de adulterio. El diccionario define "adulterio" como "relaciones sexuales voluntarias entre una persona casada y una persona que no es su cónyuge". La Biblia concuerda con esta definición. En Levítico 18:20, Dios le dijo a Moisés, "no tendrás acto carnal con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella", y en Deuteronomio 22:22, encontramos una definición similar: "Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también". Está claro a partir de estas definiciones que el adulterio se refiere a una unión sexual consensuada. Lo que no está explícitamente claro es si ambos partners en esta unión sexual ilícita están casados o no. Los mandamientos bíblicos prohíben a un hombre tomar la mujer de otro hombre, pero no indican si el hombre también está casado. Dicho sea de paso, es seguro decir que si una persona que está casada busca voluntariamente un encuentro sexual con otra persona, ya sea que esta última persona también esté casada o no, ambas personas son culpables de cometer adulterio.
Las razones de Dios para instituir su mandamiento contra el adulterio son dobles. En primer lugar, Dios establece la institución del matrimonio entre un hombre y una mujer (Génesis 2:24; reafirmado por Jesús en Mateo 19:5 y pasajes paralelos). Dios creó el matrimonio para ser el pilar de su creación y de la sociedad. Incluso después de la caída (Génesis 3), el matrimonio sigue siendo una unión sagrada y la base de la sociedad. En el matrimonio, la plena expresión de la imagen de Dios se manifiesta cuando el hombre y la mujer se complementan y completan entre sí. La Biblia también nos enseña que el matrimonio es el vehículo a través del cual Dios diseñó la procreación de la raza humana y la preservación de la descendencia piadosa (Génesis 1:28, 9:1; Malaquías 2:15). Dado el alto valor que se le otorga al matrimonio, no sorprende que Dios busque proteger esta unión de la contaminación (Hebreos 13:4), y por ello prohíbe el adulterio, que es la violación de la sagrada unión matrimonial.
La segunda razón para el mandamiento se encuentra en Levítico 18:1-5. Como pueblo elegido de Dios, los israelitas debían reflejar el carácter de Dios en la Tierra Prometida. Dios ordenó a su pueblo ser santo como Él es santo (Levítico 11:44), y parte de la vida santa es la pureza sexual. Dios no quería que su pueblo emulase el comportamiento de los egipcios de quienes los liberó, ni quería que su pueblo copiase el comportamiento de la gente a cuya tierra los estaba llevando. La implicación era que el adulterio (y otros pecados sexuales) era común en las tierras donde los israelitas habían estado y a donde iban.
Ahora sabemos qué es el adulterio y por qué Dios instituyó este mandamiento. Finalmente, necesitamos aprender qué quiso decir Dios con el mandamiento en sí. Como con todos los Diez Mandamientos, hay cosas que necesitamos evitar hacer (la parte negativa del mandato) y cosas que necesitamos estar haciendo (la parte positiva del mandato). La parte negativa del mandato es autoexplicativa: No cometerás adulterio. Sin embargo, hay más en este mandamiento que la simple evitación de las relaciones extramatrimoniales. Se podría argumentar que en esta prohibición están envueltos todo tipo de pecado sexual (por ejemplo, incesto, fornicación, homosexualidad, etc.) y ese argumento se puede hacer sobre la base de capítulos como Levítico 18. También es importante evitar cosas que podrían llevar o tentar a uno a considerar el adulterio, como la privación innecesaria de los derechos conyugales (1 Corintios 7:1-5). Jesús, en su Sermon de la Montaña, hizo una aclaración más detallada sobre este mandamiento (Mateo 5:27-30) al incluir todo tipo de pensamientos lujuriosos. Fantasear acerca de tener relaciones sexuales con alguien es lo mismo, a los ojos de Dios, que realmente cometer adulterio. Por lo tanto, debemos evitar todas las cosas que podrían crearnos pensamientos lujuriosos (por ejemplo, canciones sugerentes, películas sensuales, pornografía, etc.). También debemos evitar vestimenta inmodestas o cualquier cosa que pueda hacer a un hermano o hermana en el Señor, tropezar en esta área (1 Timoteo 2:9; 1 Pedro 3:3).
La parte positiva del mandato implicaría hacer lo contrario de lo que el mandato prohíbe: castidad en cuerpo, mente, palabras y acción; vigilar lo que tomamos con nuestros ojos y los otros sentidos; una actitud de templanza y autocontrol (es decir, moderación); ser exigentes con la compañía que mantenemos; vestirnos modestamente; y cumplir nuestros votos matrimoniales con respecto a las relaciones sexuales y la cohabitación. Respecto al pecado sexual, el apóstol Pablo dijo, "Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca" (1 Corintios 6:18). Cuando se trata de pecado sexual, la mejor línea de acción es alejarnos de la tentación y evitar tales situaciones por completo.
El adulterio es la completa corrupción de la buena creación de Dios en el matrimonio. A través del pecado del adulterio, Satanás nos tienta a buscar el cumplimiento sexual en vías diferentes a la que Dios ha ordenado - dentro de los límites del matrimonio monógamo y heterosexual. El adulterio desgarra el tejido de la sociedad porque despedaza matrimonios y familias, que son los pilares de la sociedad. La ley de Dios en general, y el séptimo mandamiento en particular, se mantiene como el estándar para el comportamiento cristiano.