Pregunta: ¿Por qué está 'No darás falso testimonio' en los Diez Mandamientos?
Respuesta:
Como parte de los Diez Mandamientos, también conocidos como el Decálogo, este 9º mandamiento prohíbe a los israelitas dar falso testimonio o testificar falsamente unos contra otros (Éxodo 20:16; Deuteronomio 5:20). Dar falso testimonio contra otros es mentir sobre ellos, especialmente por beneficio personal. La palabra hebrea traducida como "prójimo" en este mandamiento puede significar un asociado, un hermano, compañero, amigo, esposo o vecino. En otras palabras, se ordenaba a los israelitas que fueran veraces en todas las cosas, pero especialmente cuando hablaban de otra persona. No debían mentir públicamente, como en un tribunal de justicia al atribuir a otro cualquier cargo falso que pudiera perjudicarlo, ni tampoco debían mentir privadamente murmurando, delatando, difamando o destruyendo su reputación con insinuaciones sutiles, alusiones maliciosas y sugerencias malignas.
Las razones por las que Dios prohíbe mentir y testificar falsamente contra el prójimo son tres. Primero, el pueblo de Dios debe reflejar el carácter de Dios. El Señor es un Dios veraz que no puede y no miente. Números 23:19 dice: “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” Las personas que fueron llamadas por el nombre de Dios y que lo representaban en el mundo pagano estaban obligadas a reflejar con exactitud Su carácter. Mentir uno al otro o sobre el otro deshonraba su santo nombre, y esto Él no lo toleraría. En segundo lugar, dar falso testimonio contra otro era destructivo para el individuo que era víctima de la mentira, y sufría por ello en su credibilidad y reputación, así como en su comercio y negocio. Levítico 19:18 deja claro que los israelitas debían amar a sus prójimos como a sí mismos, un mandato reiterado tanto por Jesús como por Pablo (Mateo 22:39; Romanos 13:9). Amar a nuestros prójimos implica no mentir sobre ellos.
En tercer lugar, el falso testimonio se consideraba tan destructivo para la sociedad que los tribunales de justicia, tanto en los días de los israelitas como hoy en día, sólo podían funcionar si los testigos que eran llamados a testificar podían ser confiables para decir la verdad. Sin un sistema judicial confiable, basado en testimonios de testigos presenciales fiables y veraces, las sociedades corren el riesgo de que se rompa el orden público. Cuando esto ocurre, se desata el caos y sufren los inocentes.
Como se mencionó antes, el Nuevo Testamento condena igualmente el falso testimonio. Colosenses 3:9–10 explica la razón de la continua prohibición de mentir. Los cristianos son nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17), y, como tal, reflejamos Su naturaleza. Hemos sido liberados de nuestro "viejo yo" con sus malos hábitos, como mentir y dar falso testimonio. Así como los israelitas debían reflejar el carácter del Señor Dios, los cristianos deben reflejar al mundo el carácter de Cristo que nos identifica como suyos.