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Pregunta: ¿Por qué se nos instruye "No deis lo santo a los perros" en Mateo 7:6?

Respuesta:
Millones de personas en todo el mundo tienen perros de compañía a los que cuidan y quieren. Sin embargo, en el mundo antiguo, la gente no sentía el mismo cariño por el mejor amigo del hombre. Como muestra la Biblia, la gente pensaba que los perros eran repugnantes (Lucas 16:21), mudos (Proverbios 26:11) y dignos de desprecio (1 Samuel 17:43).

En el Sermón del Monte, Jesús se basó en la mala reputación de los perros para ilustrar a Sus discípulos un punto importante sobre la predicación del Evangelio. Dijo: "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen" (Mateo 7:6).

Para empezar, observamos que Jesús prohíbe dos actos descabellados, que simbolizan lo mismo. En primer lugar, advierte contra dar a los perros lo que es sagrado, ya que no veneran los objetos sagrados. En segundo lugar, advierte contra ofrecer a los cerdos lo que es valioso, porque no estiman esas preciadas posesiones. Ni los perros ni los cerdos tienen en alta estima estas cosas; la cualidad especial de los objetos valiosos se pierde en estos animales. En estas descripciones, lo que es santo y valioso representa la proclamación del Evangelio, y los animales representan a quienes han oído la buena nueva y la han rechazado.

Los discípulos no deben ofrecer lo que es santo (el mensaje del Evangelio) a los perros (aquellos que han demostrado que lo consideran sin valor). Jesús reiteró este principio de forma más directa más adelante en Su ministerio, diciendo: "Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies" (Mateo 10:14; cf. Proverbios 9:8).

El contexto de Mateo 7:6 proporciona más información sobre cómo los cristianos pueden aplicar este principio hoy en día. En este pasaje, Jesús enseña a juzgar correctamente (Mateo 7:1-6). En primer lugar, advierte a Sus seguidores que no hagan juicios hipócritas, instruyéndolos a sacar primero la viga de su propio ojo antes de intentar ayudar a otra persona (Mateo 7:3-5). Luego, les anima a practicar el discernimiento, que es un tipo de juicio. No deben dar a los perros lo que es santo (Mateo 7:6). Una persona culpable de hacer juicios hipócritas carece de autoconciencia y no juzga correctamente. Una persona culpable de hacer juicios acríticos carece de discernimiento y no juzga en absoluto.

Los cristianos pueden tener dificultades para determinar el momento adecuado para perseverar en compartir el Evangelio y el momento adecuado para detenerse. ¿Cómo pueden estar seguros? Primero, la oración ferviente es de gran importancia y debe saturar el proceso de evangelización de principio a fin. Luego, saber cuándo parar de predicar el evangelio a cierta persona o grupo requiere sabiduría y una comprensión de cómo las personas están respondiendo al mensaje.

En la última parte de Mateo 7:6, Jesús hizo hincapié en que la persecución es un factor clave para tomar la decisión: "no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen". Cuando se produce una reacción hostil al mensaje del Evangelio, las personas que lo escuchan han mostrado su naturaleza. Al tratar de dañar al mensajero, el pecador endurecido se vuelve como un perro en su crueldad. Por lo tanto, es importante discernir cuándo "sacudirse el polvo" y llevar el mensaje a otra parte.

Pablo tomó esta difícil decisión una vez cuando surgió la persecución en respuesta a su proclamación del evangelio en Corinto: "Pero oponiéndose y blasfemando estos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles" (Hechos 18:6). Entonces salió de la sinagoga y se puso a predicar al lado (versículo 7). Si Pablo hubiera seguido predicando el evangelio de Cristo en la sinagoga de Corinto, habría sido culpable de dar a los perros lo que es sagrado.

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