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Pregunta: "¿Qué significa que no es bueno que el hombre esté solo (Génesis 2:18)?"

Respuesta:
Génesis 1:27 nos cuenta que Dios creó a la humanidad con un género binario como varón y mujer. Al final de la semana de la creación, Dios declara que toda Su creación era muy buena (Génesis 1:31). Ya que Dios diseñó la binaridad de género y la consideró muy buena, la narración del Génesis deja claro que la distinción entre hombre y mujer es importante. Sin embargo, es posible que no nos demos cuenta de su importancia hasta que leamos el relato más detallado y exhaustivo de cómo Dios creó realmente al primer hombre y a la primera mujer en Génesis 2. Es en ese contexto en el que Dios declara que no es bueno que el hombre esté solo (Génesis 2:18). Es la primera vez que se dice que algo no es bueno. Lo primero que se dice que no es bueno es que la mujer aún no existía. Eso dice mucho de lo importante que es la mujer en el diseño de Dios.

Génesis 2:7 describe cómo Dios formó a Adán del polvo de la tierra y sopló en él aliento de vida, dando vida a Adán. Después de crear a Adán, Dios lo colocó en el frondoso Jardín del Edén (Génesis 2:15). Dios había diseñado que Adán cultivara y cuidara el jardín. Hasta ese momento, Adán seguía siendo el único ser humano que existía, y la obra creadora de Dios aún no se había completado. Dios reconoce lo incompleto de la obra: aunque había creado todo menos una cosa, lo que faltaba era mucho. Dios afirma que no era bueno que el hombre estuviera solo (Génesis 2:18).

Anteriormente, Dios había afirmado que crearía a la humanidad y que ésta gobernaría sobre las demás criaturas (Génesis 1:26). Dios utilizó el pronombre plural (ellos), lo que significa que habría más de un solo hombre. En el diseño que Dios había planeado, un solo hombre no podía hacer el trabajo. Después de la creación de Adán, Dios dice que Adán no era suficiente. No era bueno-no cumplía con Su diseño-que Adán estuviera solo. En Génesis 1:27, cuando Dios creó a la humanidad, los creó como varón y mujer.

En la mitad de ese proyecto, en el sexto día, Dios advierte que el trabajo estaba inconcluso, y que lo que había que hacer para garantizar que la obra fuera buena era que Dios creara un opuesto que pudiera ayudar a Adán a cumplir la intención de Dios para la humanidad (Génesis 2:18). Un hombre solo no podía hacerlo. No obstante, antes de que Dios atendiera la necesidad de Adán de tener una contraparte femenina, le mostró a Adán que cada especie animal tenía su contraparte: también había machos y hembras en el mundo animal (Génesis 2:20), pero hasta ese momento Adán seguía estando solo. La narración del Génesis no nos dice por qué Dios le mostró a Adán la deficiencia antes de resolverla, pero ciertamente tendría sentido que Adán necesitara entender lo importante que sería una contraparte femenina-sin ella, todo el diseño de Dios para el funcionamiento de la humanidad fracasaría. No habría un "ellos" que gobernara la creación como Dios había previsto.

Así que Dios durmió a Adán y le practicó una especie de operación quirúrgica: le extirpó una costilla y le sanó la herida (Génesis 2:21). De esa costilla Dios formó la primera mujer (Génesis 2:22). Cuando Dios se la presentó a Adán, éste reconoció su valor (tal vez porque primero le mostró que estaba solo). Adán comprendió que ella procedía de él y que estaban unidos de forma especial (Génesis 2:23). Aunque iguales en valor, eran distintos en diseño. Dios había completado Su obra creadora, con la mujer como pincelada final, y habían comenzado los ingredientes fundamentales del género, la sexualidad y el matrimonio (Génesis 2:24-25). Dios había diseñado al hombre y a la mujer para que fueran iguales y, sin embargo, muy diferentes. En cierto sentido eran opuestos, y ambos eran necesarios para cumplir Su designio.

La narración del Génesis sobre el origen del hombre y la mujer es históricamente exacta según otros escritores bíblicos (por ejemplo, Pablo habla extensamente de Adán y Eva y de su impacto en los que vendrían después de ellos en pasajes como Romanos 5 y 1 Timoteo 2). Ahora bien, en los últimos tiempos se ha cuestionado cada vez más la historicidad y, por tanto, las implicaciones de diseño de la semana de la creación. A medida que las sociedades se alejan de reconocer a Dios como su Creador, también se alejan de reconocer el diseño del Diseñador. Un resultado de ello es la creciente confusión entre los sexos. A medida que estamos menos y menos familiarizados con nuestro origen y diseño, podemos olvidar nuestra identidad y buscar forjar nuestro propio camino en lugar de cumplir el diseño que Dios tiene para nosotros. Aunque ese tipo de independencia de Dios puede sonar atractiva en cierto modo, al buscar la independencia de nuestro Creador y Su diseño podemos perder de vista por completo quién nos hizo ser y para qué nos creó. Es mucho mejor reconocer la belleza de Su creación y perseguir Su diseño para nosotros, buscar la plenitud de ser lo que Él quiere que seamos y aceptar Su diseño.

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