Respuesta:
El pecado es cualquier palabra, pensamiento, motivación o acción que esté "destituida de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). El pecado es la violación de la ley de Dios y la rebelión contra Su naturaleza y Sus decretos. Si Dios quiere que leamos Su Palabra, entonces es un pecado no leerla.
El hecho mismo de que Dios haya inspirado su Palabra y la haya preservado a través de los siglos, implica que Él desea que se lea. ¿Por qué escribiría un libro si no le importara que la gente lo lea o no?
El pecado comienza en el corazón, y ahí es donde Dios mira (1 Samuel 16:7; Jeremías 17:10; Romanos 8:27). Si no leemos la Biblia porque no nos interesa lo que Dios ha dicho, somos culpables de apatía. Si no estamos leyendo la Biblia porque creemos que no es necesario, somos culpables de orgullo. Si no estamos leyendo la Biblia porque no tenemos tiempo o no lo consideramos importante, somos culpables de tener prioridades equivocadas. Jesús dijo: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia" (Mateo 6:33). Jesús también dijo: "porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará" (Lucas 12:48). Dios espera que invirtamos nuestro tiempo, recursos, pasiones y servicio en lo que tiene valor eterno. Aquellos que tienen la Palabra de Dios a su alcance, responderán ante Él por lo que hicieron con ese altísimo privilegio.
En el Salmo 119, que trata de la Palabra de Dios, el salmista "aprende", "considera", "guarda", "proclama" y "medita" en la Palabra de Dios (Salmo 119:6-8, 13, 15). Todas estas acciones suponen una lectura de la Biblia. No sólo una lectura, sino un profundo deseo de conocer la Palabra de Dios, aplicarla a la vida y compartirla con los demás.
Además del ejemplo del salmista, se le dice al creyente: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15). Con la orden directa de estudiar la Palabra, parecería que no leer la Biblia es un pecado.
La lectura y el estudio de la Palabra de Dios nos equipa para manejar mejor los desafíos de la vida. Evitar un pecado de omisión (no leer la Biblia) nos ayuda a evitar los pecados de comisión: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Salmo 119:11). La lectura de la Biblia contribuye al crecimiento espiritual (1 Pedro 2:2).
" Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12). Todos necesitamos el examen que la Palabra de Dios trae a nuestras vidas. Necesitamos estar leyendo la Biblia.
Los cristianos tienen la responsabilidad de conocer la Palabra de Dios para poder explicarla correctamente a todo el mundo. Primera de Pedro 3:15 nos manda a estar siempre listos para dar una respuesta de la esperanza que tenemos en Cristo. Los no creyentes tienen preguntas. Cuando se encuentran con un cristiano que no conoce su Biblia, podría parecer que no hay respuestas, y esto es un perjuicio para los que tienen preguntas.
Para la mayoría de la gente, la Biblia está disponible en muchas formas. Es un pecado ignorar nuestras oportunidades de escuchar a Dios. Para las personas que no saben leer ni escribir, hay versiones en audio de la Biblia. Las Biblias de estudio están llenas de comentarios útiles para ayudarnos a entender pasajes difíciles. Las versiones modernas y las paráfrasis ayudan a revivir las situaciones del pasado para que podamos entender la Biblia en su verdadero contexto. Santiago 4:17 se puede aplicar a la lectura de la Biblia: "y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado".
A veces, cuando nos preocupamos de si algo es pecado, hacemos la pregunta equivocada. Una mejor pregunta para los cristianos es esta: "¿Qué quiere Jesús que haga?" En Su oración más larga que se haya registrado, Jesús le pidió al Padre: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17:17). Así que tenemos Su respuesta. Él quiere que seamos santificados, y sólo podemos conseguirlo a través del estudio y la aplicación de la Palabra de Dios. Descuidar la Biblia es algo que a Él le desagrada y nos hace vulnerables al engaño de nuestro enemigo, Satanás (1 Pedro 5:8).