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Pregunta: ¿Qué significa que antes de la caída viene la altivez de espíritu (Proverbios 16:18)?

Respuesta:
Muchos proverbios dicen que el pecado del orgullo es una ofensa peligrosa. Proverbios 16:18 declara: "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu". El versículo 18 enlaza con el 19: "Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios". El sentido del pasaje es claro: la soberbia provoca el quebrantamiento. Es mejor ser humilde y pobre que orgulloso y rico.

Un proverbio similar amplía el mensaje: "Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra es el abatimiento" (Proverbios 18:12). Mientras que la soberbia nos lleva por mal camino, lo contrario de la soberbia -la humildad- conduce a la honra. Optar por el orgullo es prepararse para una caída; el pedestal que nos hacemos resulta ser un precario cimiento.

En el contexto de estos versículos, la soberbia se refiere a una actitud arrogante que se manifiesta como independencia de Dios y contrasta notablemente con la humildad. Esa arrogancia es peligrosa para nuestro bienestar y éxito en la vida porque nos impide temer al Señor. Por el contrario, "La recompensa de la humildad y el temor del Señor son la riqueza, el honor y la vida" (Proverbios 22:4, NBLA).

Temer al Señor y así evitar el orgullo que precede a la caída es respetarlo, reverenciarlo y someterse a Él en cada área de la vida. Cuando tememos al Señor, reconocemos nuestra desesperada necesidad de Dios, porque Él es infinitamente más sabio que nosotros: "No seas sabio a tus propios ojos; teme al Señor y apártate del mal" (Proverbios 3:7, NBLA).

En estos pasajes, términos como quebrantamiento, caída, desastre, ruina y abatimiento se pueden entender como un castigo o disciplina que se impone a los orgullosos para humillarlos y corregir su rebeldía. La palabra caída se traduce de un verbo que significa "tropezar" o "tambalearse". El orgullo, sin control, conduce a la destrucción; el propósito de las advertencias de la Escritura es poner al pecador orgulloso de nuevo en un camino que conduce al honor y a la vida. Por esta razón se informa repetidamente en los proverbios: "Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría" (Proverbios 11:2). Y también: "El orgullo termina en humillación, mientras que la humildad trae honra" (Proverbios 29:23, NTV).

Los edomitas son un ejemplo clásico del adagio "el orgullo precede a la caída". Por la arrogancia de su corazón, Edom cayó para nunca más levantarse: "La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que habitas en las hendiduras de la peña, en las alturas de tu morada; que dices en tu corazón: "¿Quién me derribará por tierra?". Aunque te remontes como el águila, y aunque entre las estrellas pongas tu nido, de allí te derribaré", declara el Señor" (Abdías 1:3-4, NBLA; ver también los versículos 15-16). Muchos profetas bíblicos repiten este tema: "Y el soberbio tropezará y caerá, y no tendrá quien lo levante" (Jeremías 50:32; ver también Isaías 28:3; Ezequiel 31:10-12; Sofonías 3:11; Zacarías 10:11).

Tal vez la ilustración más dramática y trascendental de que el orgullo precede a la caída sea lo que sucedió en el Jardín del Edén. La caída de Adán y Eva está detrás de cada caída orgullosa de la humanidad desde entonces. Adán y Eva desobedecieron a Dios y eligieron orgullosamente su propio camino. La caída resultante fue catastrófica.

La persona orgullosa sigue su propio camino, pero la humilde obedece la Palabra de Dios. Deleitarse en el Señor y seguir humildemente Sus mandamientos nos hace firmes para no resbalar ni tambalearnos: "Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y el Señor se deleita en su camino" (Salmo 37:23, NBLA; ver también Salmo 18:36; 37:31). La humildad y el temor del Señor nos establecen con seguridad en el camino de Dios, donde nuestros pies no tropezarán, ni caeremos (Proverbios 3:26; Salmo 17:5; 119:133).

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