Respuesta:
El Pacto de Noé, que se encuentra en Génesis 9:8-17, es la promesa que Dios le hizo a Noé y sus descendientes después del diluvio que destruyó el mundo. El Pacto de Noé tiene varias características distintivas. Primero, es un pacto incondicional. En segundo lugar, le fue hecho a Noé y a todos sus descendientes, así como a "todo ser viviente" y a la tierra en general (Génesis 9:8-10). Tercero, fue sellado con una señal, el arco iris.
El Pacto de Noé es un pacto incondicional porque no depende de nada que Noé o sus descendientes hayan tenido que hacer para cumplir el pacto. La promesa se basa sólo en la fidelidad de Dios. Debido a la fidelidad de Dios de hacer siempre lo que dice que hará, podemos saber hoy con certeza que nunca habrá otro diluvio mundial como en los días de Noé, no importa cuán malvada se vuelva la humanidad. Ni la maldad ni la justicia de la humanidad afectan a este pacto incondicional. No hay ninguna "condición" bajo la cual Dios reniegue de Su promesa. Sin embargo, esto no significa que Dios no vuelva a destruir la tierra. Él ha prometido destruir un día la tierra por fuego (2 Pedro 3:10, 11; Apocalipsis 20:9, 21:1 ) en los terribles acontecimientos conocidos como "el día del Señor".
Después del diluvio Dios prometió que nunca más enviaría un diluvio mundial para destruir la tierra como un acto de Su juicio divino por causa del pecado. Como una señal para recordar a Noé y a sus descendientes su promesa de pacto, Dios "puso el arco iris en la nube" (Génesis 9:12-13). Así como la circuncisión fue la señal del Pacto con Abraham, el arco iris es la señal del Pacto con Noé. La lección para nosotros es que cuando vemos un arco iris debemos recordar siempre la fidelidad de Dios y Su maravillosa gracia. También deberíamos recordar que nuestro Dios es un Dios santo y justo que odia el pecado y que no permitirá que el pecado quede impune para siempre. Además, así como Dios proveyó una forma para que Noé y su familia se salvaran en el arca, también ha provisto una forma para que nosotros nos salvemos a través de Jesucristo. Noé y su familia se salvaron de la ira de Dios que vino en el diluvio, al igual que los que están en Cristo se salvan de la "ira venidera" (1 Tesalonicenses 1:10).
