Pregunta: ¿En qué se parecen los dichos suaves a un panal de miel (Proverbios 16:24)?
Respuesta:
La literatura de la sabiduría tiene mucho que decir sobre la idoneidad e importancia de nuestras palabras. Utilizando un lenguaje conciso y elegante, Salomón elogia el valor de escoger sabiamente nuestras palabras:
"Panal de miel son los dichos suaves;
Suavidad al alma y medicina para los huesos" (Proverbios 16:24).
En el original hebreo, el adjetivo que se traduce aquí como "suaves" significa "amables, agradables, amistosas". Cuando Salomón escribió esta frase, no tenía en mente palabras de adulación, sino una comunicación útil que busca satisfacer la necesidad del oyente, como el consejo de apoyo de un amigo piadoso. Las palabras agradables o dichos suaves, ofrecen aliento, consuelo y fortaleza. Son tan deliciosas y deseables como la miel de un panal. Elevan y nutren el alma y devuelven la salud al cuerpo. Muchos otros proverbios relacionan directamente la mente, el alma y la salud espiritual con el bienestar de nuestro cuerpo físico (Proverbios 3:8; 12:4; 14:30; 15:30; 17:22).
Salomón comenta: "¡es hermoso decir lo correcto en el momento oportuno!". (Proverbios 15:23, NTV). En otro pasaje, enfatiza la importancia del buen consejo de esta manera: "Como manzanas de oro en engastes de plata es la palabra dicha a su tiempo" (Proverbios 25:11, NBLA). En Salmos 19:10, la Palabra de Dios se describe como "dulce más que miel, y que la que destila del panal". Para quien atraviesa dificultades o aflicciones, las palabras agradables o dichos suaves, son como un panal, porque fluyen con dulce alimento, como "leche espiritual no adulterada" (1 Pedro 2:2), para alimentar el alma y proporcionar sanidad al cuerpo. Los sabios maestros y consejeros bíblicos hablan la verdad de Dios con cuidado y gracia para deleite, beneficio y bendición de los demás.
Según Proverbios 18:21, nuestras palabras tienen "poder de vida y muerte". Lo que decimos puede tener un impacto para bien o para mal, para edificar o derribar (Santiago 3:1-8; ver también Proverbios 16:27). "Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así" (Santiago 3:9-10). A lo largo de la Biblia, "la lengua" se refiere a las palabras que pronunciamos. Santiago insiste en la dificultad de domar la lengua y encauzar nuestras palabras para el bien de los demás y para la gloria de Dios.
Las palabras bien escogidas son como una receta médica para sanar el cuerpo y el alma de una persona. "Las palabras suaves son un árbol de vida", dice el Maestro (Proverbios 15:4, NTV). "Manantial de vida es la boca del justo", afirma Proverbios 10:11. Una persona sabia usará sus palabras para llevar sanidad y vida a otras personas (Proverbios 12:18). Las palabras sanas, piadosas y agradables que fluyen de nuestros labios como la miel de un panal tienen el poder de estimular la salud mental, física y espiritual.
Si somos sabios, buscaremos la ayuda del Señor para controlar nuestras lenguas. Dejaremos que nuestra "palabra siempre con gracia, sazonada con sal", para que podamos "responder a cada uno" (Colosenses 4:6). Elegiremos palabras amables que promuevan la sanidad y la vida. Como Pablo enseñó a los efesios, "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes" (Efesios 4:29).
Si realmente deseamos hablar palabras agradables como un panal de miel, debemos orar como el rey David: "Señor, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de mis labios" (Salmo 141:3, NBLA). Nuestro deseo debe ser: "Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi roca y mi redentor" (Salmo 19:14, NTV).