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Pregunta: ¿Cuál es el significado de la Parábola de la Gran Cena (Lucas 14:15-24)?

Respuesta:
La Parábola de la Gran Cena se encuentra en Lucas 14:15-24. Es similar a la Parábola de la fiesta de bodas (Mateo 22:1-14), pero con algunas diferencias significativas. La historia en el Evangelio de Lucas fue contada en una cena a la que asistió Jesús. Jesús acababa de sanar a un hombre hidrópico y enseñó una breve lección sobre servir a los demás. Luego Jesús dice que aquellos que sirven a los demás "serán recompensados en la resurrección de los justos" (Lucas 14:14). Al mencionar la resurrección, alguien en la mesa con Jesús dijo: "Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios" (versículo 15). Como respuesta, Jesús relata la Parábola de la Gran Cena.

En la parábola, un hombre planeó un gran banquete y envió invitaciones. Cuando el banquete estuvo listo, envió a su siervo a contactar a cada uno de los invitados, diciéndoles que todo estaba listo y la comida estaba a punto de comenzar (versículos 16-17). Uno tras otro, los invitados dieron excusas para no venir. Uno acababa de comprar una hacienda y dijo que tenía que ir a verla (versículo 18). Otro había comprado algunos bueyes y dijo que estaba camino a uncirlos y probarlos (versículo 19). Otro dio la excusa de que se había casado recientemente y por lo tanto, no podía venir (versículo 20).

Cuando el dueño de la casa escuchó estas excusas tan poco convincentes, se enfadó. Le dijo a su siervo que olvidara la lista de invitados y fuera a las calles y callejones de la ciudad e invitara "a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos" (versículo 21). El siervo ya había traído a los marginados de la ciudad, y aún había lugar en el salón del banquete. Por lo tanto, el dueño envió a su siervo a una búsqueda más amplia: “Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa” (versículos 22-23).

Jesús termina la parábola relacionando la determinación del dueño de la casa de que "ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena" (versículo 24).

La afirmación que motivó la parábola es clave. El hombre que, en el versículo 15, espera cenar en el reino Mesías probablemente compartía la idea popular de que solo los judíos formarían parte de ese reino. La parábola que Jesús cuenta se dirige a desmontar esa idea, como lo aclara la siguiente explicación:

El dueño de la casa es Dios y la gran cena es el reino, una metáfora que fue sugerida por el orador en la mesa. Los invitados representan la nación judía. El reino fue preparado para ellos, pero cuando Jesús vino predicando que "el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 4:17), él fue rechazado. "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron" (Juan 1:11).

Las excusas para no asistir al banquete dan risa. Nadie compra un terreno sin verlo primero, y se puede decir lo mismo de la compra de bueyes. ¿Y qué, exactamente, impediría que una pareja recién casada asistiera a un evento social? Las tres excusas en la parábola revelan la falta de sinceridad por parte de los invitados. La interpretación es que los judíos de la época de Jesús no tenían ninguna excusa válida para despreciar el mensaje de Jesús; de hecho, tenían todas las razones para aceptarlo como su Mesías.

El detalle de que la invitación se abre a los lisiados y desprotegidos de la sociedad es importante. Estos eran los tipos de personas que los fariseos consideraban “impuras” y bajo la maldición de Dios (cfr. Juan 9:1-2, 34). Sin embargo, Jesús enseñó que el reino estaba disponible incluso para aquellos considerados “impuros” (cfr. Hechos 10). Su relación con los recaudadores de impuestos y pecadores provocó la condena de los fariseos, pero mostró la extensión de la gracia de Dios (Mateo 9:10-11). El hecho de que el dueño en la parábola mande lejos al siervo para convencer a todos de venir indica que la oferta de salvación se extendería a los gentiles y “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). “Alegraos, gentiles, con su pueblo” (Romanos 15:10).

El dueño de casa no se conforma con un salón de banquetes parcialmente lleno; quiere que todos los lugares en la mesa estén ocupados. El comentario de John MacArthur sobre este hecho es que “Dios tiene más disposición para salvar a los pecadores que los pecadores de ser salvos”.

Aquellos que ignoraron la invitación al banquete eligieron su propio castigo—se perdieron. El dueño respeta su elección haciéndola permanente: no probarían “mi cena.” Así será con el juicio de Dios sobre aquellos que elijan rechazar a Cristo: su elección será confirmada, y nunca probarán los gozos del cielo.

El mensaje básico de la Parábola de la Gran Cena podría expresarse así: “La tragedia del rechazo judío a Cristo ha abierto la puerta de salvación a los gentiles. Las bendiciones del reino están disponibles para todos los que acudan a Cristo por fe”.

La inclusión de los gentiles es un cumplimiento de Oseas 2:23, “y diré al que no era mi pueblo: Tú eres mi pueblo, y él dirá: Tú eres mi Dios”. Dios “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9), y “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13).

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