Pregunta: "¿Es la gula un pecado? ¿Qué dice la Biblia sobre comer en exceso?"
Respuesta:
El dramaturgo George Bernard Shaw escribió: "No hay amor más sincero que el amor a la comida" (El hombre y el superhombre, Acto I). Eso puede ser cierto en algunas personas, en cuyo caso podrían ser culpables de gula, es decir el hábito de comer desmesuradamente. Sin embargo, jamás debe permitirse que el amor por la comida llegue a ser desproporcionado con respecto al amor por otras cosas más importantes.
Las advertencias de la Biblia contra la glotonería son en su mayoría indirectas, y no hay ningún versículo que diga rotundamente: "La glotonería es pecado". No obstante, cuando consideramos lo que es la gula y los principios bíblicos que se aplican, nuestra conclusión es que la gula sí es pecado.
La gula es comer en exceso. Aquino definió la gula como "un deseo desmedido" de comida y bebida que va más allá de lo razonable y por lo tanto se aleja de lo bueno (Summa Theologica, Secunda Secundæ Partis, Pregunta 148). La gula se puede considerar como una forma de avaricia -un deseo egoísta de algo- que definitivamente es pecado. Jesús nos advirtió que nos guardáramos de "toda clase de avaricia" (Lucas 12:15). La gula también puede entenderse como una falta de autocontrol, y el autocontrol es algo que los creyentes deben buscar (2 Pedro 1:5-6).
La gula es un pecado porque da demasiada prioridad a los deseos físicos. Pablo tuvo cuidado de no ser "descalificado" del ministerio, y parte de ese cuidado era físico: "golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre" (1 Corintios 9:27). Decidió no dejarse "dominar de ninguna" (1 Corintios 6:12). Los creyentes no deben "complacer a la carne" (Gálatas 5:13). Todo esto parece indicar que la glotonería -comer en exceso- está mal. En contraste con el compromiso de Pablo de ejercer control sobre su cuerpo, los enemigos del Evangelio dan rienda suelta a sus apetitos: Su "dios es el vientre" (Filipenses 3:19).
Proverbios 23:19-21 menciona directamente la glotonería. El sabio, al dar sabiduría a los que quieren evitar las penurias autoinducidas, dice,
"Oye, hijo mío, y sé sabio,
Y endereza tu corazón al camino.
No estés con los bebedores de vino,
Ni con los comedores de carne;
Porque el bebedor y el comilón empobrecerán,
Y el sueño hará vestir vestidos rotos".
El camino de los que se entregan al exceso de vino y de comida es desastroso. La moderación en todas las cosas es preferible a la glotonería (ver también Proverbios 28:7).
La gula es un pecado porque la Biblia promueve el autocontrol como una de las características de una vida guiada por el Espíritu. Debemos refrenar los apetitos físicos y no dejar que nos controlen. Hay muchas cosas de nuestro cuerpo que debemos controlar: nuestra conducta sexual (1 Tesalonicenses 4:4), nuestra lengua (Santiago 3:1-12), nuestras manos (Proverbios 16:17), nuestros pies (Proverbios 16:18) y nuestros ojos (Marcos 9:47). Es lógico que también debamos controlar nuestros estómagos. La capacidad de decir "no" a cualquier cosa en exceso es una habilidad santa.
Jesús fue acusado de ser "comilón y bebedor de vino" (Lucas 7:34), pero era una acusación maliciosamente falsa. Los mismos malintencionados acusaron a Juan el Bautista de estar endemoniado porque no hacía fiestas. Jesús asistía a banquetes y por eso le tacharon de "glotón". Los culpables no eran sabios. Como dijo Jesús, "la sabiduría es justificada por todos sus hijos" (Lucas 7:35); es decir, los que son verdaderamente sabios entenderán y apreciarán tanto a Juan como a Jesús.
Dios "nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos" (1 Timoteo 6:17), y eso incluye una increíble variedad de alimentos que son deliciosos, nutritivos y agradables. Debemos dar gracias a Dios por los colores, aromas, texturas y sabores que disfrutamos en nuestras comidas. Y debemos honrar a Dios participando de Sus dones apropiadamente.