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Pregunta: ¿De qué formas el pecado es una pendiente resbaladiza?

Respuesta:
La expresión "pendiente resbaladiza" significa que un acto conducirá rápidamente a una serie de otros actos que llevarán a una caída. La imagen es la de deslizarse por un barranco empinado y estrellarse en el fondo. Alguien puede haber empezado a caminar por la cima del barranco sin intención de deslizarse colina abajo. Pero, una vez que uno de los pies entra en el lado resbaladizo de la colina, el resultado es inevitable. La aventura hacia el pecado puede comenzar así. La Biblia nos advierte que no juguemos con las tentaciones porque son una pendiente resbaladiza hacia pecados que tal vez nunca hubiéramos planeado cometer.

Santiago 1:13-15 dice: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte". Esta es la descripción bíblica de una pendiente resbaladiza.

Se ha dicho que la marihuana es una "droga de entrada" porque su uso recreativo puede convertirse en una pendiente resbaladiza hacia la adicción a otras drogas. Algunas personas disfrutan utilizando ciertos temas de conversación como pendientes resbaladizas hacia la controversia. Lanzan un tema candente a un grupo de personas con opiniones apasionadas y opuestas y luego ven cómo saltan las chispas. Una conversación agradable puede deslizarse rápidamente por la pendiente resbaladiza hacia sentimientos heridos, palabras imprudentes y relaciones rotas.

Por su naturaleza, el pecado nunca está satisfecho. Exige más y más. A menudo, el pecado se presenta primero como una agradable sugerencia. Nunca revela la pendiente resbaladiza que va de la tentación al desastre. La mayoría de las tentaciones comienzan resaltando una necesidad o deseo carnal, como hizo la serpiente con Eva (Génesis 3). Minimiza la posibilidad de que esa primera acción conduzca a otra acción y así descienda por una pendiente resbaladiza. Si nos fijáramos en los resultados lógicos de sucumbir a la tentación, la mayoría de nosotros correríamos en dirección contraria. Por eso los anuncios de alcohol siempre muestran lo bien que se pasa con los amigos y lo divertido que es beber. Los anuncios de alcohol nunca muestran lo que ocurre cuando se acaban las fiestas, de lo contrario pocos comprarían el producto. Si las empresas tabaqueras practicaran la divulgación total, serían honestas sobre la pendiente resbaladiza en la que se encuentran muchos consumidores de tabaco; en cambio, sus campañas publicitarias evitan cuidadosamente las sugerencias de adicción, cáncer de pulmón y EPOC. Por muy divertido que sea bailar por la cima de la pendiente resbaladiza, lo que ocurre en la base nunca es bueno.

Varios personajes bíblicos cayeron en la resbaladiza pendiente del pecado y cosecharon desastres. Sansón, cuya historia se cuenta en Jueces 13-15, fue elegido por Dios antes de nacer para ser un poderoso juez de Israel. Dios lo bendijo con una fuerza increíble que se ganó los corazones de la nación. Pero Sansón tenía un problema de lujuria, y el hecho de ceder en varias ocasiones se convirtió en una pendiente resbaladiza hacia la tragedia. A causa de su lujuria, pasó tiempo con la gente equivocada, persiguiendo a las mujeres equivocadas, y finalmente perdió sus ojos y su vida. Sansón comenzó como un joven apuesto interesado en una chica, pero la pendiente resbaladiza provocada por una concesión después de otra lo condujo a un pecado grave y a la pérdida de todo lo que Dios quería hacer a través de él.

David es otro hombre en las Escrituras que experimentó la pendiente resbaladiza del pecado. Fue el rey más grande en la historia de Israel porque Dios lo bendijo. Sin embargo, entró en una pendiente resbaladiza que lo llevaría al adulterio, al asesinato y al dolor. Segunda de Samuel 11:2 dice: " sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa". En ese momento, David tuvo que tomar una decisión importante. ¿Seguiría mirando a la hermosa mujer que se bañaba? ¿O apartaría los ojos de aquella escena y volvería a entrar? David eligió satisfacer la lujuria de la carne, y eso lo puso en una pendiente resbaladiza hacia un terrible escándalo que terminó con la muerte del esposo de Betsabé, la muerte de su hijo, la agonizante lucha de David con la culpa (Salmo 32:3-4), y continuos problemas en la familia de David.

El pecado anuncia que puede satisfacer nuestras necesidades mejor que cualquier otra cosa. Insiste en que es nuestro amigo, destinado a hacernos felices. Satanás susurrará cualquier cosa en nuestros corazones que nos escuchen para que pongamos un pie en su pendiente resbaladiza. Las adicciones al juego comienzan con la primera moneda que echamos en la máquina tragamonedas. El alcoholismo comienza con el primer trago. El engaño comienza con la primera mentira piadosa. Cuando estamos atrapados en la pendiente resbaladiza, nuestro tentador no se encuentra en ninguna parte. Él nunca nos tirará una soga. Prometió libertad, pero en su lugar trajo cadenas.

La mejor manera de evitar los resultados de una pendiente resbaladiza es, para empezar, no pisarla nunca. "No proveáis para los deseos de la carne" (Romanos 13:14). Una vez en la pendiente, es muy difícil volver a la cima. Las personas sabias conocen sus áreas de debilidad y evitan que puedan ser explotadas. Los alcohólicos en recuperación se mantienen alejados de bares y fiestas donde se ofrece alcohol. Las personas que gastan demasiado cortan sus tarjetas de crédito y se hacen económicamente responsables ante otra persona. Los adolescentes que desean permanecer sexualmente puros no pasan largas horas a solas con sus amigas. Hacemos provisión para la carne cuando nos colocamos en situaciones que nos tientan y luego esperamos ser lo suficientemente fuertes para resistir las tentaciones que inevitablemente vienen. Es una tontería confiar en que nuestra débil carne nos librará, y a menudo es el primer paso en el resbaladizo tobogán hacia el fracaso. La sabiduría nos advierte sobre esas pendientes resbaladizas, si afinamos nuestros corazones para escucharlas (1 Tesalonicenses 5:22; Salmo 119:101).

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