Respuesta:
Antes de que podamos responder a la pregunta acerca de por qué los cristianos son tan malos, necesitamos definir bíblicamente qué es ser cristiano y aclarar la palabra malo. En la cultura occidental, la palabra cristiano ha llegado a significar a cualquiera que le guste la Navidad y no se identifique como perteneciente a ninguna otra religión. Pero la Biblia define ser un cristiano de manera muy diferente (Romanos 8:14; 1 Juan 3:7–10). Para los propósitos de este artículo, definiremos un cristiano como alguien que ha aceptado la muerte y resurrección de Jesucristo como el pago suficiente por su pecado y ha transferido la propiedad de su vida a Él (Tito 3:5; 2 Corintios 5:21; Romanos 10:9–10).
Los cristianos—aquellos que confían y siguen a Cristo como Señor—no deberían ser malos (ofensivos a propósito, egoístas o maliciosos). Sin embargo, la acusación de que los cristianos son “malos” continúa siendo lanzada. En muchos casos, la acusación es una respuesta a comportamientos cometidos por cristianos nominales que nunca han nacido de nuevo; es decir, gran parte de la actividad pública que da la impresión de que los cristianos son “malos” proviene de aquellos que no son realmente cristianos. Nada es más áspero o arrogante que la religión autodidacta y fabricada por el hombre. Era cierto en los días de Jesús, y aún lo es (Lucas 18:9–14).
El mundo está inundado de voces y opiniones, muchas de ellas profesando hablar en nombre del cristianismo. Al mismo tiempo, muchas de ellas son crudas, vulgares, abusivas y odiosas, que es todo lo que Jesús no era (Mateo 11:29). La sección de comentarios debajo de cualquier publicación en las redes sociales está llena de medias verdades y diatribas enojadas vomitadas por gente arrogante que asegura representar la “verdad”. En contraste con el espíritu de muchos de estos comentarios, Colosenses 4:6 claramente dice a los creyentes cómo conducirse en la discusión: “Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona” (NBLA).
Otro factor a considerar en si los cristianos son “malos” es la fuente de las acusaciones. Cuando rastreamos esta afirmación a sus orígenes, a menudo descubrimos que aquellos que etiquetan están en realidad mal etiquetando. Hoy en día, se considera “malo” negarse a inclinarse ante la religión del día, que en la cultura occidental se conoce como Tolerancia. El credo de esta religión exige la aceptación total de cualquier cosa que alguien elija hacer. Los adoradores de la Tolerancia exigen “inclusión” en todo y cualquier cosa que elijan, incluso cuando dicha inclusión no es práctica o posible. Cuando los cristianos señalan con delicadeza que Dios ha dado instrucciones definitivas a sus creaciones humanas y que la vida funciona mejor cuando nos adherimos a esas instrucciones, son etiquetados instantáneamente como “intolerantes”, “fóbicos” o “malos”. En los últimos días, los cristianos que están en desacuerdo con la redefinición actual de la moralidad y la realidad son marginados en los medios de comunicación y en la plaza pública. La Tolerancia es bastante intolerante con cualquier cosa que considere intolerante. Sin embargo, sus adherentes no parecen captar la ironía.
Por lo tanto, el significado de ser malo necesita una evaluación más cercana. Si la acusación de que los cristianos son malos proviene de aquellos que se han posicionado en contra de Dios y de Su derecho a definir la verdad, debemos reconocer que esas mismas personas también consideran a Dios como “malo” porque Sus estándares no se doblegan a sus sensibilidades. Negarse a ordenar a un homosexual impenitente no es "malo", es bíblico (1 Timoteo 1: 9-11; 1 Corintios 6: 9-10; Judas 1: 7). Llamar al aborto "asesinato de los inocentes" no es "malo", es cierto (Ezequiel 23:37; Salmo 106:38; 139: 13-16). Defendiendo la verdad de que el género está definido por Dios y no puede ser redefinido por el hombre no es "malo", es la realidad (Génesis 1:27).
El comportamiento de algunos que se llaman a sí mismos cristianos es terrible, pero debemos recordar que convertirse en cristiano no resulta en una madurez instantánea. Cuando un bebé nace, pasa mucho tiempo ensuciando pañales, llorando, haciendo berrinches y haciendo desorden. A medida que ese bebé crece, desarrolla modales y habilidades sociales y madura hasta convertirse en un ser humano civilizado. Lo mismo sucede con aquellos que han nacido de nuevo (Juan 3:3). Muchos entran en el reino de Dios como personas malvadas e incivilizadas. Reciben un nuevo corazón y el Espíritu Santo en la salvación, pero Su obra en ellos lleva tiempo. Los cristianos recién nacidos, como los bebés, pueden pasar mucho tiempo causando problemas, cometiendo errores y a veces actuando de manera "mala". Pero el deseo de Dios para todos Sus hijos es que nos conformemos a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Él es paciente mientras crecemos y quiere que seamos pacientes el uno con el otro mientras continúa Su obra en nosotros (Efesios 4:2; Colosenses 3:13).
