Pregunta: ¿Por qué es tan controvertida la presencia real de Cristo en la Cena del Señor?
Respuesta:
La "presencia real" del Señor Jesucristo en la Cena del Señor es una doctrina del catolicismo romano (y algunas otras denominaciones cristianas) que enseña que, en lugar de ser ritos simbólicos, la comunión y el bautismo son oportunidades para que aparezca la verdadera presencia de Dios. En el caso de la comunión, creen que una vez que el sacerdote ha bendecido el vino y el pan, el vino se convierte en la sangre de Jesús y el pan se convierte en su carne. No pueden explicar cómo, pero creen que esta transformación (llamada transubstanciación) permite a Dios alimentar espiritualmente al participante para servirle mejor y ser Cristo para el mundo perdido.
Este concepto es difícil incluso para los católicos romanos de explicar por completo. Creen que Jesús instituyó la comunión como una forma de permitir a los creyentes participar en el sacrificio continuo de la cruz. Una vez que se bendicen el pan y el vino, la crucifixión de Cristo se presenta de nuevo a los presentes. De alguna manera, la ceremonia perpetúa la siempre presente crucifixión. Incluso cuando se termina el servicio (o misa), el pan sobrante se guarda y se venera en agradecimiento a Dios por proporcionar la transformación y la nutrición.
Hay dos problemas principales con esta línea de pensamiento. Primero, no hay forma de que una ceremonia pueda recrear la crucifixión de Jesús. Varios lugares en el Nuevo Testamento afirman que la muerte de Jesús fue “de una vez para siempre” (Romanos 6:10; Hebreos 7:27, 9:12, 10:10; 1 Pedro 3:18). No se menciona que el acto de la crucifixión, que ocurrió dentro de los límites de una línea de tiempo lineal, de alguna manera esté libre de esa línea de tiempo para ser tan eterno como Dios mismo. Los resultados de ese acto ciertamente son intemporales, ya que fue ese acto el que permitió que incluso aquellos antes de la época de Jesús pudieran ser salvos. Pero no tenemos forma de participar en un acto que ocurrió hace casi dos mil años, excepto en el sentido simbólico.
Esa es la gran controversia de la creencia en la presencia real de Cristo en la Cena del Señor. Pero en un nivel práctico, el pan no se convierte en carne. El vino no se convierte en sangre. Y ninguna cantidad de creencia hará que así sea. El problema más urgente es la falsa creencia de que la bendición y la nutrición de Dios provienen de ese pan y vino. El catolicismo romano enseña que la liturgia (tomada del griego para "obra") es el conducto a través del cual Dios proporciona bendición y salvación. Esencialmente, además de colocar al sacerdote entre los feligreses y Dios, también colocan el pan y el vino entre ellos y Dios. Creen que son bendecidos por su obediencia al tomar la comunión, y que esa bendición literalmente fluye de Dios a través del pan y el vino y hacia sus almas.
Esto no es lo que Jesús enseñó. Él dijo: "Yo soy el pan de vida" y "el espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida." (Juan 6:48, 63). Jesús es el pan de vida, pero también es la Palabra (Juan 1:1). El pan que nutre es la Palabra de Dios (Mateo 4:4), no una oblea transformada de alguna manera en la carne de Jesús. La idea de que tenemos que pasar por una ceremonia humana para recibir esa nutrición espiritual es el tipo de creencia que Jesús vino a abolir. Su muerte rasgó el velo del templo, dándonos la capacidad de tener una relación directa con Dios (Hebreos 4:16). Ese velo no fue reemplazado por el acto de bendecir y comer pan y vino.