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Pregunta: ¿Qué es el progresismo?

Respuesta:
El progresismo es una filosofía polifacética que aboga por el progreso y el cambio (en oposición a mantener las cosas como están). Los progresistas trabajan por lo que esperan que sean mejores condiciones, ponen en práctica lo que consideran ideas más ilustradas y prueban métodos nuevos o experimentales para facilitar el cambio. En política y religión, el progresismo se suele llamar "liberalismo".

El progresismo se originó en Europa Occidental durante el Siglo de las Luces. La gente creía que el progreso de la ciencia, la economía y la tecnología tendría como resultado la mejora de la condición humana. Se pensaba que adquirir conocimientos empíricos era fundamental para una sociedad progresista. La sociología define cinco ideas principales, o valores, que contribuyeron al progresismo en Europa Occidental: la valoración del pasado, la consideración de la nobleza del pensamiento y la civilización occidentales, el valor del crecimiento económico y tecnológico, el valor intrínseco de la vida en la tierra y el uso de la razón y el conocimiento académico/científico.

Gran parte del motivo que hay detrás del progresismo es el deseo de justicia social e igualdad, que los progresistas identifican con el abandono de la barbarie. El progresismo se puede utilizar para bien o para mal. El fin del trabajo infantil, el surgimiento de la educación gratuita y la reforma penitenciaria se vieron favorecidos por el progresismo. Pero también lo fueron el modernismo, el feminismo radical, el aborto a petición y el movimiento por los derechos de los homosexuales. El cambio no siempre es a mejor, y lo que se llama "progreso" puede ser en realidad un retroceso.

Inherente a la filosofía del progresismo está la idea de que la humanidad es progresista por naturaleza; es decir, que anhela avanzar y aprender y mejorarse a sí misma y que, cuando se vea libre de sistemas opresivos, seguirá mejorando y creciendo y haciéndose mejor.

La Biblia respalda la idea de que el hombre es una criatura naturalmente progresiva, y de que, en efecto, fue creado para tener sed de conocimiento y ampliar su propia comprensión y mejorarse a sí mismo. La tentación de Satanás en el Jardín del Edén es la primera prueba. Satanás le dijo a Eva que si comía del árbol de la ciencia del bien y del mal, llegaría a ser como Dios, con los ojos abiertos al conocimiento. Satanás colocó a Dios en el papel de "opresor", frenando al hombre de su pleno potencial (Génesis 3:1-5). Esta tentación no habría funcionado si el hombre no hubiera sido una criatura progresiva. El fallo de Eva fue que intentó progresar por sí misma desobedeciendo el mandato de Dios.

Otro ejemplo de la tendencia de la humanidad hacia el progresismo se encuentra en la historia de la Torre de Babel. Después del diluvio, la humanidad intentó construir una torre hacia el cielo, y Dios dijo: "He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer" (Génesis 11:6). De nuevo, la humanidad buscaba el progreso mediante la desobediencia al mandamiento de Dios, y de nuevo vemos que el progresismo, ajeno a la ley de Dios, conduce en la dirección equivocada. Dios confundió el lenguaje humano para poner fin al orgulloso empeño del hombre, y su monumento al "progreso social" fue detenido (Génesis 11:7).

Puesto que la humanidad está hecha a imagen de Dios (Génesis 1:27), tiene el deseo y la capacidad de crear lo que es progresivamente bueno y útil. Pero, debido a nuestra naturaleza caída y pecaminosa, también tenemos la tendencia a crear lo que es progresivamente malo y perjudicial (ver Génesis 6:5). Tenemos un apetito insaciable de más conocimiento como resultado de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, y ese es nuestro legado duradero.

A lo largo de la historia, Dios nos ha impedido misericordiosamente realizar plenamente ese legado. Ha obrado de muchas formas invisibles y de unas pocas que podemos ver: confundiendo el lenguaje del hombre en la Torre de Babel, proporcionando la Ley para una definición del pecado y una comprensión del castigo (Éxodo 20), y proporcionando el Espíritu Santo como guía, que mora en los que tienen fe en Cristo (Juan 14:26).

Los progresistas políticos impulsan el cambio sociopolítico, y su interpretación de la Constitución es amplia y laxa. Del mismo modo, los progresistas religiosos modernos impulsan el cambio dentro de la Iglesia, y su interpretación de las Escrituras es igual de amplia y laxa. Muchos ignoran grandes partes de la Biblia en favor de un "evangelio social", un "Jesús histórico" o "iglesias gays". El problema del progresismo religioso es que la Palabra de Dios no cambia: "Para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos" (Salmo 119:89, NBLA).

El progreso puede ser bueno o malo, según la dirección que tome. Llegar a ser progresivamente piadoso es bueno: "Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Proverbios 4:18). Volverse progresivamente impío es malo: "Pero los hombres malos e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados" (2 Timoteo 3:13, NBLA). Abandonado a sí mismo, la tendencia del hombre es deslizarse cada vez más cuesta abajo; afortunadamente, el Espíritu Santo frena ese progresismo negativo: "Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio" (2 Tesalonicenses 2:7). Cuando se revele el Anticristo, "proferirá palabras contra el Altísimo y afligirá a los santos del Altísimo" y, de forma bastante progresiva, "intentará cambiar los tiempos y la ley" (Daniel 7:25, NBLA).

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