Respuesta:
El cristianismo es simplemente "el sistema religioso, los principios o las prácticas de los cristianos" (Merriam-Webster). Pero el término se utiliza a menudo para referirse a una ideología que utiliza la terminología, las ideas o los temas cristianos para perseguir el poder mundano o político. El cristianismo suele aplicarse injustamente a cualquiera que relacione su fe con sus opiniones políticas. Un término paralelo es islamismo, utilizado a menudo en un intento de distinguir el Islam en general de los grupos que pretenden imponer las doctrinas islámicas a los demás. El cristianismo, así definido, está más relacionado con sistemas sociopolíticos como el conservadurismo y el progresismo que con diversas confesiones.
Algunos creyentes autoproclamados mantienen opiniones teológicas que se pueden describir como cristianismo. El Dominionismo Cristiano, también conocido como Teología del Dominio, sostiene que los creyentes deben hacer hincapié en obtener posiciones de poder en los gobiernos terrenales, adaptando las leyes de esas naciones para que reflejen los ideales bíblicos. En su punto más extremo, el Dominionismo enseña que solo los cristianos son aptos para desempeñar cualquier función gubernamental y que todas las leyes se deben extraer directamente de los mandamientos bíblicos. En la práctica, este enfoque utiliza términos bíblicos e ideas espirituales en contextos sociales y políticos.
El discurso político moderno tiende a ser superficial y melodramático. Palabras como odio, fascismo, comunismo, racismo, persecución y violencia se utilizan a menudo para añadir impacto emocional a un argumento, cuando la situación en cuestión tiene poco o nada que ver con lo que esas palabras significan en realidad. Del mismo modo, los críticos pueden aplicar etiquetas como "cristianismo" o "teocracia" siempre que la fe de un cristiano tenga la más mínima influencia en sus opiniones políticas.
Las Escrituras no apoyan la definición típica de cristianismo. Aunque los cristianos tienen buenas razones para desear que el gobierno siga principios piadosos, el poder político y el control gubernamental no forman parte del plan de Cristo para la Iglesia (Juan 18:36; Romanos 13:1). Sus mandatos de hacer discípulos (Mateo 28:19) y reflejar Su verdad (Mateo 5:13-16) no son compatibles con los intentos de convertir a la fuerza una nación en una congregación.
La fe personal y la sumisión a Cristo no son señales de cristianismo. El sentido común sugiere que quienes creen en el Dios de la Biblia filtrarían sus pensamientos y acciones a través de esa lente espiritual (Juan 14:15). Por necesidad, eso incluye determinar qué políticas y políticos apoyan. La fe en Cristo no conduce lógicamente a tratar de imponer una teocracia o a convertir la práctica religiosa en una plataforma política. Tratar de vivir de acuerdo con la verdad de Dios no exige intentar sustituir el gobierno por alguna versión de la religión. Tal como se entiende y define comúnmente, el cristianismo no es bíblico, ni es algo que se espere de los creyentes.