Respuesta:
Un sacerdote es un ministro de cualquier religión -verdadera o falsa, buena o mala- a quien se le da autoridad para enseñar la información sagrada y realizar los deberes sagrados a fin de preservar y llevar esa fe a los demás.
Por lo general, los sacerdotes actúan como representantes entre las personas y un poder, ser o conjunto de seres superiores. Los sacerdotes son intermediarios entre las personas y los espíritus, deidades, dioses o Dios. Enseñan la reverencia, la gratitud, la alabanza, los sacrificios, la adoración y la forma de vida que definen la fe. En muchas religiones, el papel más importante de un sacerdote es el de mediador e intercesor, ofreciendo oraciones y sacrificios a favor de los creyentes para garantizar el perdón y el favor de la deidad en esta vida y, en la otra, la felicidad eterna.
El cristianismo difiere de todas las demás religiones en muchos aspectos, incluido el sacerdocio. A continuación, se presentan dos de las formas más importantes en que el sacerdocio cristiano difiere del de otras religiones:
1. En muchas religiones, los creyentes no tienen ninguna interacción o influencia directa con su dios; los sacerdotes son la única forma de llegar a la lejana deidad. Sin embargo, los cristianos no necesitan pasar por un sacerdote terrenal para llegar a Dios Padre. Antes bien, todos tenemos acceso directo a Él a través de nuestro Sumo Sacerdote resucitado en el cielo, Jesucristo (Hebreos 8-9). Cristo es el único camino hacia Dios Padre (Juan 14:6; Hechos 4:12). En consecuencia, los cristianos pueden orar directamente a Dios por todas sus necesidades y anhelos (Mateo 7:7-11; Juan 16:23-26).
2. La Biblia enseña que todos los cristianos son sacerdotes; la iglesia cristiana es en realidad un reino de sacerdotes (1 Pedro 2:5, 9; Apocalipsis 1:6). Bajo el Antiguo Pacto, los sacerdotes eran elegidos de la tribu de los Levitas y separados del resto de Israel. Éxodo 28-29 y Levítico 8 describen los principales deberes sacerdotales que debían realizar los levitas. Estos sacerdotes ejercían su ministerio en el templo, donde el Arca del Pacto permanecía en un lugar llamado el Lugar Santísimo, el cual estaba cerrado a todo el mundo, excepto al sumo sacerdote, mediante una cortina grande, pesada y ornamentada. La sangre de los toros sacrificados se rociaba sobre el propiciatorio del Arca para expiar los pecados del pueblo. Sin embargo, cuando Jesús fue crucificado, la cortina se rasgó de arriba a abajo (Mateo 27:51), indicando que todos los creyentes tienen ahora acceso directo a la presencia de Dios. Nos acercamos a Dios mediante la fe en la sangre de Su Hijo y no en la sangre de los animales. Gracias al sacrificio de Jesús, "tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne" (Hebreos 10:19-20).
La muerte de Jesús puso fin al sacerdocio del Antiguo Testamento, sustituyendo los interminables sacrificios de animales por un único y perfecto sacrificio por los pecados de todo el mundo. Ahora se ofrece gratuitamente el perdón a todos los que creen en el Señor Jesucristo resucitado como sacrificio por el pecado (Juan 3:16-17; Romanos 3:23-25; 10:9-10). Este es el mensaje del Evangelio -las buenas nuevas- que compartimos los cristianos como "sacerdotes" del Reino de Dios.