Respuesta:
Básicamente, la Biblia tiene que ver con los planes y propósitos de Dios para tener comunión con las personas del mundo. Dios creó todo, incluyendo a las personas que fueron creadas a Su imagen y con el propósito expreso de tener comunión con Él.
Génesis habla de la creación de las primeras personas, Adán y Eva, su comunión con Dios en el Jardín del Edén, y luego su caída en el pecado, que rompió esa comunión. Como consecuencia de la rebelión de la humanidad, la muerte y las dificultades entraron en el mundo. El mundo no es ahora como fue creado; sin embargo, Dios no se limitó a desechar a Adán y Eva y a todos sus descendientes. Continuó buscándolos y atrayéndolos hacia Él, a pesar de su pecado.
Los primeros capítulos del Génesis demuestran la depravación de la humanidad. Caín mató a su hermano Abel. Al cabo de unas pocas generaciones, el mundo se había corrompido tanto que Dios decidió acabar con todo el mundo con un diluvio y empezar de nuevo con Noé y su familia. Dios le ordenó a Noé que construyera un arca para salvar a su familia y a algunos animales. Incluso después del diluvio, Noé resultó ser también un hombre pecador. Luego la población aumentó, y el mundo entero se unió para construir una torre "para alcanzar el cielo". Este fue el intento de la humanidad para llegar a Dios por su cuenta. Dios no estaba complacido, y confundió sus lenguas, lo cual hizo que se dispersaran por la tierra.
En Génesis 12, Dios escogió a un hombre, Abraham, y a sus descendientes para que fueran el medio por el cual se renovaría la comunión entre Dios y la humanidad. Dios prometió que a través de Abraham todo el mundo sería bendecido. El resto del Antiguo Testamento es la historia de la familia de Abraham (la nación de Israel) y la relación de Dios con ellos. Dios también le prometió a Abraham la tierra de Canaán como herencia para sus descendientes.
El resto del Génesis cuenta las historias, algunas de ellas con evidentes fracasos, de Abraham, su hijo Isaac, su nieto Jacob (que luego se llamó Israel), y los doce hijos de Jacob. Algunos de los doce hijos venden a su hermano José como esclavo simplemente por celos. Dios está con José, y durante un período de unos 20 años, José pasa de la esclavitud a convertirse en el gobernante de todo Egipto, segundo al mando después del Faraón. Cuando la hambruna golpea, los hermanos de José van a Egipto para comprar comida y se reúnen con José, quien los perdona y los lleva a todos a Egipto donde tendrán comida suficiente y de sobra.
El éxodo comienza unos siglos después. Los israelitas se han multiplicado, y los egipcios, por temor a su gran número, los han esclavizado. El faraón ordena matar a todos los niños hebreos recién nacidos. Una madre esconde a su hijo el mayor tiempo posible y luego hace un pequeño canasto a prueba de agua y lo pone en el río cerca de donde la hija del Faraón viene a bañarse. La princesa encuentra el canasto y decide quedarse con el niño, a quien llama Moisés y lo cría como nieto del faraón. Más tarde, ya adulto, Moisés ve la opresión de su pueblo y mata a un capataz egipcio por haber golpeado a un esclavo israelita. El faraón lo descubre y Moisés tiene que huir del país. Pasa los siguientes 40 años siendo un pastor nómada. Entonces se le aparece Dios y le dice que vuelva a Egipto y saque al pueblo de la esclavitud. Cuando Moisés va al Faraón, el Faraón se niega a cumplir con las exigencias de Dios. Dios envía unas terribles plagas a Egipto, que culminan con la muerte del primogénito de cada familia. Sin embargo, cualquiera, israelita o egipcio, que aplicara la sangre de un cordero de sacrificio en los postes y el dintel de su casa, se salvaría — el juicio de Dios pasaría sobre esa casa. Con la última plaga, el faraón le dijo al pueblo que se fuera, y Moisés los sacó. Cuando llegaron a la orilla del Mar Rojo, el faraón cambió de opinión y con su ejército persiguió a sus antiguos esclavos. Dios dividió el mar, y los israelitas lo atravesaron en tierra seca, en cambio el mar se cerró para los egipcios que los perseguían y fueron destruidos.
Mientras el libro del Éxodo continúa, Moisés comienza la tarea de guiar a los israelitas a la tierra que Dios le había prometido a Abraham y a sus descendientes. En el camino, reciben la Ley de Dios, que les dice cómo comportarse correctamente para agradar a Dios. También reciben los planos del tabernáculo (una especie de santuario móvil) donde Dios se encontraría con ellos. En el libro de Levítico, Dios le da a Israel instrucciones sobre el ritual y los sacrificios necesarios para que los pecadores se acerquen a un Dios santo. Aunque el pueblo promete obedecer y honrar a Dios, el libro de los Números destaca sus repetidos fracasos. De hecho, los israelitas finalmente se niegan a entrar en la Tierra Prometida, pensando que el pueblo que la ocupaba era demasiado fuerte para ellos. Como resultado de su incredulidad, el pueblo vivió en el desierto durante unos 40 años hasta que una generación murió. Luego Dios llevó a sus hijos a la tierra. El libro del Deuteronomio contiene los discursos finales de Moisés dirigidos a la nueva generación, que en su mayoría no había experimentado de primera mano la milagrosa liberación con que Dios los sacó de Egipto.
El libro de Josué cuenta cómo los israelitas conquistaron y ocuparon la Tierra Prometida de la mano de Dios. El libro de los Jueces habla de su compromiso religioso y su adoración a los falsos dioses de Canaán. El ciclo repetido en Jueces es la rebelión de la nación, el castigo de Dios, y luego la liberación por medio de un juez después de su arrepentimiento. El libro de Rut cuenta la historia de una mujer moabita virtuosa que se une a Israel y se convierte en la bisabuela de David, quien se convertiría en el rey más grande de Israel.
Primera de Samuel es la historia del profeta Samuel y cómo unge al primer rey de Israel, Saúl. Saúl fracasó por su desobediencia a Dios, así que Samuel ungió a David. David se convierte en un ayudante del rey Saúl, y con el tiempo Saúl sospecha que David está destinado a ser rey, por lo que intenta matarlo. Saúl finalmente muere en batalla, y David se convierte en rey. Segunda de Samuel y Primera de Crónicas describen el reinado de David. A pesar de que tiene algunos fracasos notables, él ama y honra a Dios. Dios le promete que siempre tendrá un descendiente para sentarse en el trono.
La Biblia también contiene un conjunto de libros que se conocen como literatura de sabiduría. Job cuenta la historia de un hombre que lo perdió todo pero que sigue confiando en Dios. Lo que dice Job es que a veces los justos sufren sin razón aparente, aunque Dios siempre tiene una razón, incluso si decide no dejarnos saber cuál es. Salmos es un libro de oraciones/himnos/poemas. David escribió la mayor parte de ellos. Incluyen cantos de alabanza y oraciones de liberación en muchas etapas diferentes de la historia de Israel. Proverbios es una colección de dichos sabios y sabiduría práctica, atribuidos principalmente a Salomón. Eclesiastés relata la inutilidad de la vida de Salomón después de que se alejó del Señor. El Cantar de los Cantares es una historia de amor que habla de los placeres del matrimonio.
Primera y Segunda de Reyes habla de los reyes que suceden a David. Su hijo Salomón comienza bien pero luego cae preso de la idolatría. Cuando el hijo de Salomón se hace rey, las diez tribus del norte se separan de él, dividiendo el reino del norte (Israel) y del sur (Judá), quedando sólo las tribus de Judá y Benjamín fieles al linaje de David. Ninguno de los reyes del reino del norte siguió al Señor, y sólo unos pocos del sur lo hicieron. (Segunda de Crónica cuenta más sobre los reyes de Judá, o el reino del sur). Hubo muchas dinastías en el norte, pero todos los reyes del sur eran descendientes de David.
Durante el tiempo de los reyes, Dios envió profetas para advertir a Su pueblo que el juicio vendría si no se arrepentían de su pecado. Oseas y Amós hablaron al reino del norte. Isaías, Jeremías (y Lamentaciones, escrito por Jeremías), Joel, Miqueas, Nahum, Habacuc y Sofonías hablaron al reino del sur. (Abdías y Jonás hablaron a las naciones extranjeras.) El pueblo no se arrepintió, y finalmente Dios envió un juicio. El reino del norte fue destruido por Asiria alrededor del año 722 a.C., y el reino del sur fue derrotado por Babilonia en el año 586 a.C. Jerusalén y el templo fueron destruidos, y muchos de los habitantes de Judá fueron deportados a Babilonia. Ezequiel y Daniel fueron profetas de Dios durante este tiempo de exilio. El libro de Ester es la historia de los judíos que vivían en Persia durante este mismo tiempo.
Después que Judá estuvo en el exilio por 70 años, Dios comenzó a traer al pueblo de vuelta a Jerusalén para reconstruir. Nehemías y Esdras registran este tiempo de reconstrucción, y los profetas Zacarías, Hageo y Malaquías hablaron la palabra de Dios al pueblo durante este tiempo. Durante todo el tiempo, los profetas hablaron de un reino restaurado, un nuevo pacto, y un descendiente de David que gobernaría para siempre. Incluso comenzaron a indicar que los gentiles (no judíos) serían incluidos en la bendición. Pero aún no estaba claro cómo se produciría todo esto. Malaquías es el último profeta del Antiguo Testamento, y después de él hubo unos 400 años en los que no se registró ningún discurso profético en las Escrituras. Durante esos 400 años, Israel se independizó por poco tiempo, pero luego quedó subyugada por el Imperio Romano.
En los Evangelios del Nuevo Testamento (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), aparece un nuevo profeta, Juan el Bautista, como el primer profeta en los últimos cuatro siglos, anunciando que el Reino está cerca y que ha llegado el Mesías que gobernaría. Él identifica a este Mesías como Jesús. Cada uno de los cuatro evangelios nos habla de la vida y el ministerio de Jesús. Aunque nació en Belén, ese no fue Su comienzo, ya que en realidad es Dios hecho carne que vino a vivir entre nosotros. Los Evangelios registran Sus milagros y afirmaciones divinas, tales como afirmar ser igual al Padre, perdonar pecados y aceptar la adoración. Jesús reunió a un pequeño grupo de doce discípulos para formarlos y ensenarles. Les reveló que lo matarían por los pecados del mundo. Ellos no comprendieron lo que estaba diciendo en ese momento y rechazaron la idea. ¿Cómo podría perder la vida el rey, el Mesías? Pero, tal como dijo, Jesús fue traicionado y crucificado y luego resucitó de entre los muertos. En lugar de instituir un reino político terrenal, les dijo a Sus discípulos que difundieran las buenas nuevas de Su vida, muerte y resurrección a todo el mundo. Cualquiera que confíe en Él recibirá el perdón de sus pecados y formará parte de Su reino. Cuando llegue el momento, Él regresará de forma visible y poderosa. Él cumple la Ley del Antiguo Testamento, y es por Él que el templo, los sacrificios y el sacerdocio han quedado obsoletos. Cuando regrese, se inaugurará el reino prometido.
El libro de los Hechos registra la venida del Espíritu Santo y la proclamación del evangelio en todo el mundo que los discípulos originales (apóstoles) conocían, excepto Judas, el traidor, y su sustituto Matías, al igual que un nuevo apóstol llamado Pablo. Pablo había sido un perseguidor de la iglesia, sin embargo, Cristo se le apareció y le encargó que fuera un apóstol para los gentiles.
Las Epístolas del Nuevo Testamento son cartas escritas por los apóstoles a los cristianos en diversos lugares del Imperio Romano, explicando la doctrina correcta y exhortando a un comportamiento correcto. Trece de las epístolas fueron escritas por Pablo, y sus títulos revelan a quiénes fueron escritas: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses y 1 y 2 Tesalonicenses fueron escritas a las iglesias de las ciudades de Corinto, Galacia, Efeso, etc.; 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón fueron escritas a individuos. Todas estas cartas explican con más detalle quién es Jesús y cómo el evangelio se relaciona con la vida cotidiana.
Muchas otras epístolas llevan el nombre de los hombres que las escribieron: Santiago; 1 y 2 Pedro; 1, 2 y 3 Juan; y Judas. El autor de la epístola a los hebreos es desconocido, aunque está escrita a los hebreos (judíos), explicando cómo todo el Antiguo Testamento se ha cumplido en Jesús.
El Apocalipsis es el último libro de la Biblia. El apóstol Juan lo escribió para relatar las visiones que había recibido de Jesús. El Apocalipsis contiene imágenes fantásticas y misteriosas, pero todo apunta al hecho de que un día Jesús volverá, y Su reinado será visible e innegable. En Él se cumplirán todas las promesas hechas a Abraham y al mundo. Aquellos que lo rechacen serán lanzados al lago de fuego. Es gracias a Su vida, muerte y resurrección que la gente puede recibir el perdón y tener la misma relación con Dios como la que tuvieron Adán y Eva, y que luego perdieron. Al final de todo, Dios creará un nuevo cielo y una nueva tierra. El clímax de la historia está en apocalipsis 21:3: "Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios".
La Biblia es una saga que abarca toda la historia de la humanidad. La historia de la Biblia dice que nuestra comunión con Dios, que se perdió en el principio, se está restaurando a través del ministerio de Cristo. Esta comunión se podrá experimentar perfectamente en los nuevos cielos y la tierra, aunque a través del Espíritu Santo, aquellos que ponen su fe en Cristo pueden disfrutar de una buena porción de esa comunión aquí y ahora.
La mejor manera de conocer la Biblia es leerla. Si recién estás comenzando, puedes conocer el "tema" de la Biblia leyendo los siguientes libros en este orden:
Génesis
Éxodo
Números
Josué
Jueces
1 Samuel
2 Samuel
1 Reyes
2 Reyes
Esdras
Nehemías
Lucas (o cualquiera de los otros evangelios)
Hechos de los Apóstoles
Apocalipsis